Yesterday
En 1971 acababa un cuaderno de poemas que titulé Sinfonía en blue, con versos fechados en 1969 y 1970. Se lo dejé a leer a Eduardo Pons, un compañero de la Academia Cima con el que hice una buena amistad de versos y de risas en aquel lejano preuniversitario. Me escribió una carta. Y hoy no puedo evitar dar esas líneas al aire. No he vuelto a ver más a Eduardo. Tengo la impresión de que murió. Pero en aquella carta me decía cosas que yo francamente creo que denotaban una fina visión:
Barna, 21-7-70
Querido Herminio: Tengo tu cuaderno aquí junto a mí, cerca de un transistor que suena la canción más pachanguera, lo apago y estoy contigo:
¡Quién pudiera estar en tu mundo, cálido, extático (sic), sin que una pasión te mueva el rostro!
Mira, te quedan algunas cosas de colegial como lo de preocuparte por los campos de Castilla o de dónde sean, pero en este cuaderno se ve que tu poesía va siendo más intimista. Yo pienso que evolucionar es cosa de tiempo y que las influencias exteriores (gen. 98) están muy bien siempre que no ahoguen la verdadera personalidad.
Ante un trabajo de dos años todo el mundo debe quitarse el sombrero (el sombrero de la suficiencia, claro). Dices:
Estoy amando a bocanadas
con fiereza, con ausencia,
esperando que tras una esquina
te encuentre sola, desierta
Mas tu ya sabes que no amas así, tú estás siempre fuera de ese horno de pasión que yo bien conozco, estás en la habitación anterior de la panadería donde están los moldes para el pan, las obleas blancas y donde por las mañanas se refugian los niños que no pueden dormir y los viajeros que encuentran un lugar con la temperatura igual a la que debieron estar en el vientre de su madre.
Yo conozco lo acogedoras que son esas habitaciones a la madrugada, quizás llenas de nostalgia y melancolía.
Te encuentro en:
Tienes los ojos tristes,
de tristeza llenos
etc.
Sí, yo también siento como tú esa tristeza esencial "la lejanía del océano". A veces he pesando que tú te conformabas con poco o que el mundo no te interesaba, tienes una forma bien de niño o de una perfecta madurez, a la que yo no he llegado ni llegaré. Y terminas:
(No temo
la lejanía
del océano,
temgo tu palabra)
Te has centrado en ese amor que estabas dispuesto a ofrecer desde hace tiempo y por eso puedes pararte sensualmente en la tristeza
Se fue para siempre
cabalgando en un suspiro
(Aquella tarde llovió
sobre la alameda)
Tus poemas están parados, maravillosamente extáticos, para tus versos el tiempo no existe, están parados.
Si supieses la angustia del tiempo
Ya ves, me dices que te diga lo que me parecen tus versos y lo digo a salto de mata, sin ningún orden, sin concierto. Me gusta el poema que dice:
La lluvia arpegia en los cristales...
el final es bellísimo. Una vez ví en la (...) algo parecido en la vida de R. Tagore, que era el Poema del Rey y la Reina o algo así.
Que dice: Mujer, abre la puerta
soy tu misma
Bueno, Herminio, ya ves que todavía existo por aquí y que si me descuido viviré todavía una porrada de años, no estudio, trabajo de mala gana, no escribo y me aburro, esa es mi vida, etc."
Acababa yo uno de los versos del cuaderno:
Pero la esperanza,
que nunca falte.
Que no falte la esperanza
cuando muere la tarde
sobre el amargo idilio
de los trigales
1 comentario
Anónimo -
¿te reconoces en lo que decías, en lo que te decían?
Han pasado muchos años.