Salvador Berlanga
Si hoy cumpliese con el rito de rememorar aniversarios, diría que hace 45 años que murió mi abuelo Martín Rabaza (por cierto, hoy mismo he visto un anuario de Aragón, Rioja y Navarra de 1931 y en Cantavieja aparece mi abuelo dentro del apartado de Comestibles); también hace 60 años de la liberación por los aliados del infierno de Mauthausen, donde estuvieron confinados miles de republicanos españoles, declarados apátridas por el Funeralísimo. Pero no es de aniversarios de lo que quiero hablar. Hoy me ha llamado Salvador Berlanga, al que hacía mucho tiempo que no oía. Salvador es uno de esos productos típicos del magisterio de mi generación, que creció huérfana de maestros pero con una gran capacidad de intuición para dedicarse a la educación. Salvador, además, ha ejercido siempre en el mundo rural y turolense (en Alcorisa), donde varias generaciones de niños y niñas ha tenido la suerte de pasar por sus manos. Siempre a la cabeza de la innovación (¡Dios, qué palabra!), estuvo desde el principio en el proyecto de los CRIET que, al amparo de la LOGSE, se montaron en la provincia de Teruel para paliar, aunque solo fuera temporalmente, el aislamiento de alumnos y profesores de escuelas que se estaban quedando pequeñas y que no tenían posibilidades de acceder a equipamientos de los que sólo era posible disponer en centros más grandes. Tras una veintena larga de años en los que han crecido generaciones de alumnos y, como es nuestro deporte nacional, sin evaluar sus resultados por la administración educativa, tan cortica de miras en Aragón en estos y otros terrenos, me dice que van a desaparecer. Pero Salvador no se amilana. Está haciendo su Tesis Doctoral y olisqueando en los entornos de Alcorisa para saber por dónde vienen los vientos. Seguro que encontrará un camino para continuar por otros derroteros, siempre con su optimismo histórico, que signifiquen, desde un punto de vista progresista, desarrollo económico y espiritual para su pueblo. Salud, compañero.
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