No se fusila en domingo
He acabado, por fín, de leer, las excelentes memorias del médico Pablo Uriel. Sin duda se trata de las mejores que he leído sobre la guerra hasta ahora. Dice Ian Gibson en el prólogo: "Libro admirable, en fin, con muchos momentos que se graban en la memoria, como si los hubiera vivido uno mismo (¡milagro del lenguaje y de quien sabe manejarlo!) Y sobre todo un documento de una profunda humanidad. Después de leerlo, uno siente cierta desesperación, qué duda cabe. ¡Tanta crueldad!¡Tanto sadismo!¡Tanta ignorancia!¡Tanta torpeza!". Un libro lleno de hallazgos, humanos y del lenguaje. Es verdad que, además, carente del maniqueísmo tan propio de este género. A Gibson, y a mí, le ha impresionado la observación de Uriel: "Si veinte siglos de catolicismo en España no habían logrado que los católicos fuesen menos sanguinarios que los ateos, era evidente que los textos en los que se aprendía esa doctrino no eran muy convincentes". En fin, un libro para leer. Mi amigo José Giménez Corbatón hizo una interesante reseña en el suplemento de Arte y Letras del Heraldo de Aragón.
1 comentario
mari -
Uf.
Qué jodido...