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Montborg. Bitácora, weblog o blog de Herminio Lafoz Rabaza

BE SOS EN LA PIZARRA

BE SOS EN LA PIZARRA

Releyendo cosas "antiguas", me he encontrado con un librito de poemas que editamos en Borja, en enero de 1981. Se trata de una edición en ciclostyl con portada hecha en la imprenta de Fernando Sancho e hijo que recoge un grabado de Javier de Pedro. Se trata de un taller de poesía que hizo en sus clases José Luis Calvo Carilla, que se colgaron en cuerdas para su exposición cual si de ropa se tratara y que quisimos inmortalizar en este libro. No me resisto a transcribir la presentación que hacía José Luis Calvo:

 REPROBACIÓN DE LOS JÓVENES POETAS QUE COMPONEN ESTA ANTOLOGÍA

Queridos amigos poetas:

No pienso leer vuestros poemas, y creo que sabéis la razón. Estáis en lo cierto cuando suponéis que jamás os voy a perdonar vuestra ligereza en hacer versos con la misma inconsciencia -la llamaré ingenuidad o atrevimiento, no sin cierta benevolencia por mi parte-, con que os asomais al rizado vértigo de la vida o alardeáis de un personalísimo estatuto de Autosuficiencia para amar o soñar.

No me gustan estos poemas porque aborrezco esa irrefrenable capacidad vuestra para ilusionaros con cualquier cosa, así, sin darle importancia, como quien no quiere. Porque no tendré más remedio que soportar con complicidad de voyeur vuestra voluntad de airear impúdicamente la celosa región del sentimiento o la premeditada insensatez con que hacéis como que estrenáis la vida y que es inédita la anfibia magnitud de vuestras pupilas. Me inquieta que asumáis la atávica presilidad del hombre en el orbe de guadaña de vuestros brazos, indefensos cauces de la fiebre. Comprenderéis que no puede dejar de preocuparme el hecho de que no seáis capaces de reconocer esa palamaria maquetación de horizonte que os ofrecemos, y que está ahí, ante vuestros ojos, y que no sé por qué lo buscáis en otra parte con mirada delatora.

Qué más da mordisquear con aire indolente el desgastado extremo de un verso o las uñas, pero vosotros me recordáis con una violencia desmesurada que el poema no es un peine de palabras y que vuestro desconcertante infierno se parece muy poco al cotidiano infiernillo con que caliento el café con leche y las manos.

NO PIENSO LEER, PUES, VUESTROS POEMAS E INVITO A TODO EL MUNDO A QUE TIRE ESTE CUADERNO A LA BASURA SIN ABRIRLO, pues sería intolerable que llegáramos siquiera a imaginar la remota posibilidad de que todo hombre guarda su rincón lírico inexplorado y que además es capaz de expresarlo, con el consiguiente peligro para las leyes de la oferta y la demanda poética establecida.

Y porque esta escritura -oscilante, animosa, desgarbada-, está cargada de futuros sobresaltos, y no es posible que, a través de esta fugaz experiencia, ya no sea para muchos de vosotros tan extremadamente difícil "llegar al atisbo de cuál es el poema que cada uno puede llegar a escribir".

 Entre los varios alumnos que dejaron sus poemas (hicimos una selección), hay una, Inmaculada Irache, que hoy, años después, es profesora de Lengua en nuestro instituto actual, el Avempace, y por tanto compañera de sus profesores entonces, Simeón Martín y yo mismo. Estos eran sus versos de entonces:

PASEO

Camino silenciosa, sí, camino.

La tarde está triste,

yo, camino.

Mis pies sienten el polvo,

algo hace que me pare,

algo que me susurra al oído:

-"es el aire, amigo"

Es el aire contándome un secreto,

y yo, camino.

Alzo la vista y veo un cielo agrisado,

las nubes se pasean por él,

la tarde va cayendo,

y yo, camino.

Camino silenciosa, sí, camino.

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