MUJERES
Entre los actos alrededor del Primero de mayo, la Fundación Sindicalismo y Cultura, de CCOO, programó el día 28 una velada poética, en la que se leyeron poemas de diversos poetas aragoneses, seleccionados por Adolfo Burriel, y excelentemente interpretados por él mismo, Magdalena Lasala, Luis Felipe Alegre y Mariano Anós. Fue una velada muy cercana y emotiva, una buena idea, pese a la escasa asistencia. Quiero seleccionar este poema, "Mujeres", de Manolo Vilas, porque me llegó especialmente. Es de su libro El nadador (Poesía, 1988-2002)(Colección Zigurat. Ateneo Obrero de Gijón, Gijón, 2003):
No las ves que están agotadas, que no se tienen en pie, que son ellas las que sostienen cualquier ciudad, todas las ciudades. Con el matrimonio, con la maternidad, con la viudedad, con los golpes, ellas cargan con este mundo, con este sábado por la noche donde ríen un poco frente a un vaso de vino blanco y unas olivas. Cargan con maridos infumables, con novios intratables, con padres en coma, con hijos suspendidos. Fuman más que los hombres. Tienen cánceres de pulmón, enferman, y tienen que estar guapas. Se ponen cremas, son una tiranía las cremas. Perfumes y medias y bragas finas y peinados y maquillaje y zapatos que torturan. Pero envejecen. No dejan las mujeres tras de sí nada, hijos, como mucho, hijos que no se acuerdan de sus madres. Nadie se acuerda de las mujeres. La verdad es que no sabemos nada de ellas. Las veo a veces en las calles, en las tiendas, sonriendo. Esperan a sus hijos a la salida del colegio. Trabajan en todas partes. Amas de casa encerradas en cocinas que dan a patios de luces. Sonríen las mujeres, como si la vida fuese buena. En muchos países las lapidan. En otros las violan. En el nuestro las maltratan hasta morir. Trabajan fuera de casa, y trabajan en casa, y trabajan en las pescaderías o en las fábricas o en las panaderías o en los bares o en los bingos. No sabemos en qué piensan cuando mueren a manos de los hombres.
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