Mariano Coronas es un maestro. Un gran tipo. Y un experto en libros y en lectura infantil. Su trabajo, como ocurre siempre, no es demasiado conocido ni valorado aquí, por quien debería. Aunque trabaja para otras administraciones, como la Navarra. Todo su caudal de experiencias, de muchos años, de muchos ámbitos, sigue inédita para nuestra administración educativa. Pero él sigue. Para contribuir, modestamente, claro, a su conocimiento y difusión, hoy lo pongo en esta página que debemos leer dos o tres. Pero qué buenos lectores. Pongo una foto no muy buena (no tenía otra) de Mariano en la faena, y una entrevista donde habla de libros. Salud, Mariano. (¡Ah!, para quien quiera saber más de él, su dirección de bitácora: http://gurrion.blogia.com)
Cuando hablando de Bibliotecas Escolares citamos a Mariano Coronas nos estamos refiriendo a una de las personas pioneras en este campo cuya trayectoria profesional es reconocida en todo el estado. Así que en esta ocasión el equipo de la revista no dudó en desplazarse a las bellas tierras oscenses para mantener con él la siguiente charla
Cuéntanos algo sobre tu biografía que pienses pueda ser de nuestro interés.
Nací en Labuerda, un pueblecito de la comarca de Sobrarbe, en la provincia de Huesca. Mis horizontes en la infancia fueron las montañas: las Tres Sorores (con Monte Perdido a la cabeza), la Peña Montañesa y otras de más baja altitud que rodean mi pueblo.
Nací en 1954, en la habitación de mis padres. Mi padre estaba trillando. Mi madre, como es evidente, metida en otras faenas.
Hasta los diez años fui a la escuela de Labuerda. De ella guardo un recuerdo relacionado con la lectura. Con el maestro, D. José María (que un sábado de octubre falleció de "muerte repentina" dejándonos bastante huérfanos) ayudábamos a leer a quienes tenían dificultades o a quienes estaban aprendiendo. Me preparé el ingreso a bachillerato en Escanilla (el pueblo de mi madre); pueblo al que me llevaron mis padres porque había una buena maestra y estábamos cinco niños y una niña en la escuela. Con once años cumplidos empecé el bachillerato en el recién inaugurado instituto de L´Aínsa. Todos los días cogía el "coche de los estudiantes" para bajar de Labuerda hasta L´Aínsa. El bachiller superior y magisterio los hice en la capital de la provincia, en Huesca.
En septiembre de 1974 tuve mi primer destino como maestro. Me hice cargo, como tutor, de una clase de 5º de EGB con 33 niñas y niños en el pueblo de Boltaña (comarca de Sobrarbe, también). Guardo un recuerdo especial de aquellas criaturas y de aquel curso. Yo tenía veinte años y los alumnos once. Fue la ocasión en la que, por edad, estuve más cerca de la de mis alumnos y alumnas...
Estuve medio año en Tamarite de Litera (al finalizar el servicio militar) y cuatro cursos consecutivos en Canovelles, provincia de Barcelona. La escuela de Canovelles fue un extraordinario centro de aprendizaje y el lugar donde otros compañeros y yo empezamos ya a trabajar con un perfil innovador que -cada cual en su actual destino- no hemos abandonado. Ya teníamos biblioteca escolar, aunque con otro concepto.
Actualmente ¿dónde trabajas?
El 1 de septiembre de 1981 comenzó en Fraga una etapa de mi vida en la que aún sigo.
¿Qué recuerdos guardas de tus primeras lecturas?
Mis recuerdos lectores se remontan, como flashes inconexos a mis primeros años. Tengo grabados en mi memoria tres o cuatro recuerdos que me gustaría compartir. El primero es el momento en que mi padre me acompaña hasta la tienda de mi pueblo a comprar la primera cartilla. Yo creo que era una tarde-noche de febrero o marzo. Él fue quien en casa comenzó a acercarme las letras y las palabras, pues quería que en mayo me incorporase a la escuela.
El segundo recuerdo (fechado varios años más tarde) tiene que ver con los libros que había en mi casa cuando era pequeño; una edición ilustrada del Quijote, un diccionario ilustrado de la lengua (con más de mil páginas), una gramática castellana y un libro de corte y confección con patrones desplegables... ¡Hombre, no era el mejor material para animar a la lectura, pero también ayudaron! Especialmente el diccionario, del que leía palabras y significados y contemplaba las ilustraciones pequeñas y en blanco y negro; también el Quijote con dibujos muy interesantes.
El tercer recuerdo, la llegada de mi madre en el coche de línea de alguno de los viajes a Barbastro (la ciudad más próxima a mi pueblo, a unos 60 kilómetros). Siempre compraba el TBO y con mis hermanas y hermano pugnaba para ser el primero en localizarlo entre los paquetes y ser el primero, por tanto, en leerlo.
El cuarto recuerdo viene con una cama y un buen número de ejemplares del TBO y de Hazañas Bélicas para hacer más soportable el tiempo necesario para curar unas anginas, un resfriado o alguna de mis "debilidades", fruto de mi crecimiento y de mi delgadez en los años de la adolescencia.
Tampoco he olvidado las largas tardes-noches de otoño y de invierno en las que nos reuníamos en la cocina de la casa, con buen fuego y con pequeñas faenas para ir haciendo: desgranar judías o maíz; quitar la cáscara a las nueces o a las almendras ("escoscar", decimos en aragonés)... Se trabajaba pero no se paraba de hablar: de este o de aquella; se contaban cuentos; se recordaba a personas populares o a familiares... Las palabras transmitían alegrías, tristeza, sorpresa, ilusión... La transmisión oral se ponía en marcha.
¿Cómo empezaste en "esto" de las bibliotecas escolares? ¿Cuál es tu situación actual?
Antes de interesarme por la biblioteca escolar, me interesó que hubiera biblioteca en mi pueblo. Con otro compañero animamos al ayuntamiento a solicitar una "agencia de lectura". Hace más de veinte años de eso y aún sigo siendo "bibliotecario voluntario" de la biblioteca municipal de Labuerda.
A mediados de la década de los ochenta, ya en Fraga, comienzo a trabajar con otras compañeras y compañeros en una incipiente biblioteca escolar que no se materializará hasta comienzos del curso 1987-1988, momento en que en un nuevo edificio construido para eliminar unos barracones que servían de aulas de clase, encontramos el espacio para ello.
La biblioteca se amuebla con estanterías viejas y mesas y sillas también viejas. Todo era viejo menos los libros, el recinto y la ilusión. Tras unos trabajos iniciales de registro, clasificación, amueblamiento, etc., el 14 de marzo de 1988, la biblioteca escolar abre por primera vez sus puertas.
Desde entonces funciona también un Seminario de Biblioteca y Literatura Infantil que agrupa a un número indeterminado de maestras y maestros cada curso escolar y que son quienes dan aliento, quienes insuflan algo de vida a la BE. Desde entonces las preocupaciones han sido básicamente las siguientes: que estuviese abierta todos los días, que pudiesen participar niñas y niños en su gestión, que todas las clases acudiesen semanalmente hasta ella, que cada año aumentase y actualizase algo sus fondos, que desde ella se organizasen todos los cursos una o dos actividades de animación cultural partiendo de los libros, que el alumnado (orientado por el profesorado) aprendiese a manejarse en ella con autonomía...
Somos un grupo muy animoso. Nunca hemos recibido ni un duro de subvenciones oficiales. La única entidad que ha premiado nuestros esfuerzos ha sido el A.P.A. del centro que ha puesto dinero para comprar libros o para comprar nuevas estanterías cuando, después de diez años de funcionamiento pudimos cambiar la biblioteca de lugar, ganando espacio e iluminación.
¿Qué futuro auguras a las bibliotecas escolares en la sociedad de la información?
Las bibliotecas escolares, en general, tienen mucho futuro porque han tenido un precario pasado y viven un azaroso presente. No obstante su futuro depende de que se tomen algunas decisiones políticas, que hasta el momento no se han tomado. Si no se crea una red de bibliotecas escolares en cada Comunidad Autónoma, dotadas de personal con horario para atenderlas y con dinero para actualizar fondos, seguiremos con lo mismo, con la incertidumbre de si funcionarán o no, dependiendo de que quien se ocupe de ellas tenga realmente ganas de dinamizarla, de hacerla funcionar y apechugue como hasta ahora con una dosis excesiva de vocación y voluntarismo. A mí hace tiempo que me sorprendió que una sociedad que mayoritariamente ha crecido con el libro a su lado haya abrazado con tanta fe los medios audiovisuales y dejado de lado al libro y a la lectura, ¡País!...
Hay un dato que quiero señalar: después de organizar adecuadamente una BE y de hacerla funcionar durante un buen montón de años, bastaría un trimestre de indiferencia, de cierre... para que la labor realizada se fuera a pique. Igual encontráis esta opinión algo pesimista, pero en este tema no estamos para celebraciones ni para lanzar las campanas al vuelo. Hay que ser perseverantes y no dar pasos hacia atrás. Es necesario consolidar cada logro para no tener que estar siempre comenzando, una de las tareas más inútiles que uno puede llegar a imaginar.
¿Porqué consideras importante el desarrollo de estas medidas de apoyo a las bibliotecas?¿ Qué repercusión puede tener en el centro?
Creo (aunque la fe en estos asuntos es muy quebradiza...) que aquellos centros que disponen de una buena biblioteca escolar (bien nutrida, abierta y utilizada) están en mejores condiciones para afrontar los desafíos educativos. La BE tiene sentido, por otra parte, cuando el profesorado es dinámico e innovador y entiende que el libro de texto es prescindible o que simplemente sirve para consultar algunas cosas. Para quienes no se despegan del libro de texto, la BE es un incordio porque se sienten obligados a ir hasta ella de vez en cuando pero no saben qué se puede hacer con los materiales que alberga y piensan que después de varios siglos de enseñanza tradicional, ¡qué falta hace bajar a la biblioteca escolar o ir a la biblioteca pública!
¿Cuáles consideras que son las funciones de la Biblioteca Escolar en el Centro Educativo?
Creo que las bibliotecas escolares deben posibilitar cuatro grandes bloques de acción en un centro educativo:
- Acceso a fuentes de información diversificadas.
- Animación a la lectura.
- Animación o estímulo a la escritura.
- Dinamización cultural del centro educativo y de la comunidad.
En los cuatro enunciados anteriores caben tantísimas posibilidades de trabajo innovador y creativo que eso sólo es ya un desafío muy sugerente para que quienes trabajamos en la enseñanza podamos caminar por senderos nuevos y dibujemos nuevas perspectivas.
¿Tienen algo que ver entonces las bibliotecas escolares con las familias?
Por otra parte la biblioteca escolar debe ser un espacio abierto al alumnado, al profesorado y a las familias. En ese sentido, lo adecuado sería que la utilizasen los tres estamentos nombrados con total naturalidad. De hecho, hasta que no llegue esa "total naturalidad" seguiremos hablando y hablando de biblioteca escolar, de animación lectora... lo que pondrá de manifiesto que la cuestión aún no está normalizada.
¿Cuáles son tus principales aficiones?
A mí me gusta leer y guardo todos los libros que caen en mis manos. Me cuesta mucho deshacerme de un libro y me duele su pérdida. También me gusta escribir y crear espacios donde otros escriban para que exista comunicación. Es por ello que desde hace muchos años estoy metido en pequeños proyectos relacionados con el mundo editorial en pequeño: EL GURRION (revista trimestral que dirijo), AULA LIBRE (revista del Movimiento de Renovación Pedagógica del mismo nombre, que coordino) y otros títulos que desde siempre he ido impulsando en el aula, en el colegio. Y hablando de mirar y de leer, me gusta caminar, pasear por el campo, por los montes para leer los paisajes, las huellas en el suelo del camino o del bosque. La interpretación, la lectura de la naturaleza te ofrece puntos de vista desconocidos y necesarios.
¿Qué echas de menos en este mundo de las bibliotecas escolares?
En el mundo de las bibliotecas escolares echo de menos varias cosas. En primer lugar, la falta de voluntad para ponerlas en funcionamiento o para consolidar aquellas que funcionan aceptablemente. En segundo lugar, una mayor voluntad de todo el profesorado por conocer sus potencialidades y estimular su uso entre el alumnado. También hay cosas que sobran, como la enorme hipocresía de algunos responsables de cultura o de educación que, reconociendo que las BE son imprescindibles para ofrecer una educación de calidad no mueven un dedo para conseguir que funcionen.
Cuando hablando de Bibliotecas Escolares citamos a Mariano Coronas nos estamos refiriendo a una de las personas pioneras en este campo cuya trayectoria profesional es reconocida en todo el estado. Así que en esta ocasión el equipo de la revista no dudó en desplazarse a las bellas tierras oscenses para mantener con él la siguiente charla
Cuéntanos algo sobre tu biografía que pienses pueda ser de nuestro interés.
Nací en Labuerda, un pueblecito de la comarca de Sobrarbe, en la provincia de Huesca. Mis horizontes en la infancia fueron las montañas: las Tres Sorores (con Monte Perdido a la cabeza), la Peña Montañesa y otras de más baja altitud que rodean mi pueblo.
Nací en 1954, en la habitación de mis padres. Mi padre estaba trillando. Mi madre, como es evidente, metida en otras faenas.
Hasta los diez años fui a la escuela de Labuerda. De ella guardo un recuerdo relacionado con la lectura. Con el maestro, D. José María (que un sábado de octubre falleció de "muerte repentina" dejándonos bastante huérfanos) ayudábamos a leer a quienes tenían dificultades o a quienes estaban aprendiendo. Me preparé el ingreso a bachillerato en Escanilla (el pueblo de mi madre); pueblo al que me llevaron mis padres porque había una buena maestra y estábamos cinco niños y una niña en la escuela. Con once años cumplidos empecé el bachillerato en el recién inaugurado instituto de L´Aínsa. Todos los días cogía el "coche de los estudiantes" para bajar de Labuerda hasta L´Aínsa. El bachiller superior y magisterio los hice en la capital de la provincia, en Huesca.
En septiembre de 1974 tuve mi primer destino como maestro. Me hice cargo, como tutor, de una clase de 5º de EGB con 33 niñas y niños en el pueblo de Boltaña (comarca de Sobrarbe, también). Guardo un recuerdo especial de aquellas criaturas y de aquel curso. Yo tenía veinte años y los alumnos once. Fue la ocasión en la que, por edad, estuve más cerca de la de mis alumnos y alumnas...
Estuve medio año en Tamarite de Litera (al finalizar el servicio militar) y cuatro cursos consecutivos en Canovelles, provincia de Barcelona. La escuela de Canovelles fue un extraordinario centro de aprendizaje y el lugar donde otros compañeros y yo empezamos ya a trabajar con un perfil innovador que -cada cual en su actual destino- no hemos abandonado. Ya teníamos biblioteca escolar, aunque con otro concepto.
Actualmente ¿dónde trabajas?
El 1 de septiembre de 1981 comenzó en Fraga una etapa de mi vida en la que aún sigo.
¿Qué recuerdos guardas de tus primeras lecturas?
Mis recuerdos lectores se remontan, como flashes inconexos a mis primeros años. Tengo grabados en mi memoria tres o cuatro recuerdos que me gustaría compartir. El primero es el momento en que mi padre me acompaña hasta la tienda de mi pueblo a comprar la primera cartilla. Yo creo que era una tarde-noche de febrero o marzo. Él fue quien en casa comenzó a acercarme las letras y las palabras, pues quería que en mayo me incorporase a la escuela.
El segundo recuerdo (fechado varios años más tarde) tiene que ver con los libros que había en mi casa cuando era pequeño; una edición ilustrada del Quijote, un diccionario ilustrado de la lengua (con más de mil páginas), una gramática castellana y un libro de corte y confección con patrones desplegables... ¡Hombre, no era el mejor material para animar a la lectura, pero también ayudaron! Especialmente el diccionario, del que leía palabras y significados y contemplaba las ilustraciones pequeñas y en blanco y negro; también el Quijote con dibujos muy interesantes.
El tercer recuerdo, la llegada de mi madre en el coche de línea de alguno de los viajes a Barbastro (la ciudad más próxima a mi pueblo, a unos 60 kilómetros). Siempre compraba el TBO y con mis hermanas y hermano pugnaba para ser el primero en localizarlo entre los paquetes y ser el primero, por tanto, en leerlo.
El cuarto recuerdo viene con una cama y un buen número de ejemplares del TBO y de Hazañas Bélicas para hacer más soportable el tiempo necesario para curar unas anginas, un resfriado o alguna de mis "debilidades", fruto de mi crecimiento y de mi delgadez en los años de la adolescencia.
Tampoco he olvidado las largas tardes-noches de otoño y de invierno en las que nos reuníamos en la cocina de la casa, con buen fuego y con pequeñas faenas para ir haciendo: desgranar judías o maíz; quitar la cáscara a las nueces o a las almendras ("escoscar", decimos en aragonés)... Se trabajaba pero no se paraba de hablar: de este o de aquella; se contaban cuentos; se recordaba a personas populares o a familiares... Las palabras transmitían alegrías, tristeza, sorpresa, ilusión... La transmisión oral se ponía en marcha.
¿Cómo empezaste en "esto" de las bibliotecas escolares? ¿Cuál es tu situación actual?
Antes de interesarme por la biblioteca escolar, me interesó que hubiera biblioteca en mi pueblo. Con otro compañero animamos al ayuntamiento a solicitar una "agencia de lectura". Hace más de veinte años de eso y aún sigo siendo "bibliotecario voluntario" de la biblioteca municipal de Labuerda.
A mediados de la década de los ochenta, ya en Fraga, comienzo a trabajar con otras compañeras y compañeros en una incipiente biblioteca escolar que no se materializará hasta comienzos del curso 1987-1988, momento en que en un nuevo edificio construido para eliminar unos barracones que servían de aulas de clase, encontramos el espacio para ello.
La biblioteca se amuebla con estanterías viejas y mesas y sillas también viejas. Todo era viejo menos los libros, el recinto y la ilusión. Tras unos trabajos iniciales de registro, clasificación, amueblamiento, etc., el 14 de marzo de 1988, la biblioteca escolar abre por primera vez sus puertas.
Desde entonces funciona también un Seminario de Biblioteca y Literatura Infantil que agrupa a un número indeterminado de maestras y maestros cada curso escolar y que son quienes dan aliento, quienes insuflan algo de vida a la BE. Desde entonces las preocupaciones han sido básicamente las siguientes: que estuviese abierta todos los días, que pudiesen participar niñas y niños en su gestión, que todas las clases acudiesen semanalmente hasta ella, que cada año aumentase y actualizase algo sus fondos, que desde ella se organizasen todos los cursos una o dos actividades de animación cultural partiendo de los libros, que el alumnado (orientado por el profesorado) aprendiese a manejarse en ella con autonomía...
Somos un grupo muy animoso. Nunca hemos recibido ni un duro de subvenciones oficiales. La única entidad que ha premiado nuestros esfuerzos ha sido el A.P.A. del centro que ha puesto dinero para comprar libros o para comprar nuevas estanterías cuando, después de diez años de funcionamiento pudimos cambiar la biblioteca de lugar, ganando espacio e iluminación.
¿Qué futuro auguras a las bibliotecas escolares en la sociedad de la información?
Las bibliotecas escolares, en general, tienen mucho futuro porque han tenido un precario pasado y viven un azaroso presente. No obstante su futuro depende de que se tomen algunas decisiones políticas, que hasta el momento no se han tomado. Si no se crea una red de bibliotecas escolares en cada Comunidad Autónoma, dotadas de personal con horario para atenderlas y con dinero para actualizar fondos, seguiremos con lo mismo, con la incertidumbre de si funcionarán o no, dependiendo de que quien se ocupe de ellas tenga realmente ganas de dinamizarla, de hacerla funcionar y apechugue como hasta ahora con una dosis excesiva de vocación y voluntarismo. A mí hace tiempo que me sorprendió que una sociedad que mayoritariamente ha crecido con el libro a su lado haya abrazado con tanta fe los medios audiovisuales y dejado de lado al libro y a la lectura, ¡País!...
Hay un dato que quiero señalar: después de organizar adecuadamente una BE y de hacerla funcionar durante un buen montón de años, bastaría un trimestre de indiferencia, de cierre... para que la labor realizada se fuera a pique. Igual encontráis esta opinión algo pesimista, pero en este tema no estamos para celebraciones ni para lanzar las campanas al vuelo. Hay que ser perseverantes y no dar pasos hacia atrás. Es necesario consolidar cada logro para no tener que estar siempre comenzando, una de las tareas más inútiles que uno puede llegar a imaginar.
¿Porqué consideras importante el desarrollo de estas medidas de apoyo a las bibliotecas?¿ Qué repercusión puede tener en el centro?
Creo (aunque la fe en estos asuntos es muy quebradiza...) que aquellos centros que disponen de una buena biblioteca escolar (bien nutrida, abierta y utilizada) están en mejores condiciones para afrontar los desafíos educativos. La BE tiene sentido, por otra parte, cuando el profesorado es dinámico e innovador y entiende que el libro de texto es prescindible o que simplemente sirve para consultar algunas cosas. Para quienes no se despegan del libro de texto, la BE es un incordio porque se sienten obligados a ir hasta ella de vez en cuando pero no saben qué se puede hacer con los materiales que alberga y piensan que después de varios siglos de enseñanza tradicional, ¡qué falta hace bajar a la biblioteca escolar o ir a la biblioteca pública!
¿Cuáles consideras que son las funciones de la Biblioteca Escolar en el Centro Educativo?
Creo que las bibliotecas escolares deben posibilitar cuatro grandes bloques de acción en un centro educativo:
- Acceso a fuentes de información diversificadas.
- Animación a la lectura.
- Animación o estímulo a la escritura.
- Dinamización cultural del centro educativo y de la comunidad.
En los cuatro enunciados anteriores caben tantísimas posibilidades de trabajo innovador y creativo que eso sólo es ya un desafío muy sugerente para que quienes trabajamos en la enseñanza podamos caminar por senderos nuevos y dibujemos nuevas perspectivas.
¿Tienen algo que ver entonces las bibliotecas escolares con las familias?
Por otra parte la biblioteca escolar debe ser un espacio abierto al alumnado, al profesorado y a las familias. En ese sentido, lo adecuado sería que la utilizasen los tres estamentos nombrados con total naturalidad. De hecho, hasta que no llegue esa "total naturalidad" seguiremos hablando y hablando de biblioteca escolar, de animación lectora... lo que pondrá de manifiesto que la cuestión aún no está normalizada.
¿Cuáles son tus principales aficiones?
A mí me gusta leer y guardo todos los libros que caen en mis manos. Me cuesta mucho deshacerme de un libro y me duele su pérdida. También me gusta escribir y crear espacios donde otros escriban para que exista comunicación. Es por ello que desde hace muchos años estoy metido en pequeños proyectos relacionados con el mundo editorial en pequeño: EL GURRION (revista trimestral que dirijo), AULA LIBRE (revista del Movimiento de Renovación Pedagógica del mismo nombre, que coordino) y otros títulos que desde siempre he ido impulsando en el aula, en el colegio. Y hablando de mirar y de leer, me gusta caminar, pasear por el campo, por los montes para leer los paisajes, las huellas en el suelo del camino o del bosque. La interpretación, la lectura de la naturaleza te ofrece puntos de vista desconocidos y necesarios.
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En el mundo de las bibliotecas escolares echo de menos varias cosas. En primer lugar, la falta de voluntad para ponerlas en funcionamiento o para consolidar aquellas que funcionan aceptablemente. En segundo lugar, una mayor voluntad de todo el profesorado por conocer sus potencialidades y estimular su uso entre el alumnado. También hay cosas que sobran, como la enorme hipocresía de algunos responsables de cultura o de educación que, reconociendo que las BE son imprescindibles para ofrecer una educación de calidad no mueven un dedo para conseguir que funcionen.
8 comentarios
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Mariano -
Gracias por tus palabras, que seguro me hacen pasar un mejor verano. Ya estoy recuperado del achcuchón y enfrascado en el número 82 de Aula Libre y preparando el número 100 de El Gurrion. Y hablando de bibliotecas escolares, hoy se publica una página entera en El Pais, con algunos datos de un informe que se presentará en septiembre y que dice, por ejemplo, que "el 40% de los maestros de primaria y secundaria no visitan nunca la biblioteca escolar" o que "el 77% no realizó ninguna actividad relacionada con la biblioteca". En pleno siglo XXI el panorama sigue siendo para llorar. Mi pesimismo crónico en este tema se ve refrendado una vez más. Nada nuevo, por otra parte de lo que algunas veces habíamos comentado contigo... Lo dicho, un fuerte abrazo y si subes por Sobrarbe, ya sabes dónde está Labuerda.