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Montborg. Bitácora, weblog o blog de Herminio Lafoz Rabaza

Casi siempre que tengo una idea y se me ocurre mirar antes el blog de Mariano Coronas, me quedo con lo que él dice, y con lo que dicen sus talentosos alumnos. Así que hoy pongo aquí parte de su último comentario:

Hemos seguido un poco la Conferencia de Nairobi a través de la prensa (colocamos en un expositor acristalado las noticias que van surgiendo sobre el tema) y  en clase, paralelamente, hemos leído “La conferencia de los animales”: un libro que escribió el alemán Erich Kästner. El libro es una fábula que pone en solfa la poca capacidad que tiene el ser humano para ponerse de acuerdo con otros como él y terminar con algunas lacras mundiales. En Ciudad del Cabo va a celebrarse la octogesimoséptima conferencia para buscar la paz en el mundo. Los animales hartos de tantos fracasos humanos organizan una conferencia paralela en el Rascacielos de los Animales. Presionan de diferentes formas a los representantes de los países reunidos en Sudáfrica y ante el más que posible fracaso de la citada 87ª conferencia, deciden secuestrar a todos los niños del mundo para obligar a los seres humanos a ponerse de acuerdo. Al final, firman un tratado que incluye los siguientes cinco puntos: 1.- Se suprimen todas las fronteras. 2.- Se suprimen los ejércitos y las armas de fuego. 3.- La policía vigilará solamente que la ciencia y la técnica estén al servicio de la paz. 4.- El número de oficinas y funcionarios será reducido al mínimo imprescindible. 5.- Los funcionarios mejor pagados serán los maestros porque la tarea de educar a los niños para hacer de ellos verdaderas personas es la más alta y la más difícil.

 

Los chicos y chicas de la clase han escrito sus opiniones y éstos son algunos fragmentos de las mismas: Dice Gianluca: “No deberían existir tantas fronteras que nos dividen y separan porque todas las personas somos exactamente iguales. Una frontera quiere separar las diferentes culturas y por ello no debería existir”. Dice Álex: “Las personas deberíamos tomar ejemplo muchas veces de las actitudes de los animales que parecen ser más humanas que las nuestras. Por ejemplo, las leonas sólo matan para alimentar a sus cachorros y al resto de la familia. Los toros vivirían más tranquilos si no fueran perseguidos para ser utilizados en las grandes corridas de toros que se hacen en las plazas y donde lo único que se pretende es entretener al público clavándole al animal banderillas y espadas hasta que muere. El oso polar es seguramente un animal en peligro de extinción, los polos se van deshaciendo por las altas temperaturas...” Kamile piensa que “este libro nos quiere decir que dejemos de hacer todo lo malo: guerras, injusticias, contaminación... Como todos los libros, éste nos anima a leer. Me gustaría que no hubiese guerras, pero creo que eso no va a ser posible...”

Tiffany asegura que “lo que me ha encantado y ha sido muy bonito es que todos los padres (animales) les leían a sus hijos en voz alta y eso es algo que pocos seres humanos hacen con sus hijos”. A Roberta lo que más le sorprendió es que “los animales ya no querían más guerras porque ya estaban hartos de tantas”. Noelia dice: “Opino que este libro se lo tendrían que leer algunos políticos o personas relacionadas con eso. También me gustaría que todo lo que firmaron se cumpliera”.

Este libro me parece raro, porque no se me hace a la idea de que unos animales hagan una conferencia, sólo para que los niños humanos no mueran en las guerras”, comenta Silvia. “Este libro me ha parecido creativo porque los animales son capaces de hacer llegar a las personas a un acuerdo para detener la guerra y destruir las armas. Ahora se me ocurre una poesía: Corriendo bajo las bombas / que caen del cielo/ ¿por qué no nos dan libros / para poder ir al colegio?”, escribe Guillem. “Este libro, este problema, me ha enseñado que, tarde o temprano, deberemos rectificar nuestros errores, siendo siempre justos para convertirnos en buenas personas, que no sólo debemos atender nuestras opiniones, sino también las de los demás”, concluye Santi.

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