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Montborg. Bitácora, weblog o blog de Herminio Lafoz Rabaza

Estos días, viendo a mis alumnos de 3º de ESO pienso que qué estamos haciendo. Es cierto que trabajan poco, que da la sensación de que en sus horizontes no está precisamente la adquisición del saber. Vienen seguramente porque el sistema, y sus padres, les empujan (aunque sus padres no a todos y no siempre), y aquí en el centro, unos encuentran acoso de sus compañeros, otros extrañas amistades, otros nada y todos una especie de desesperanza de futuro. Sé que si lo vemos desde el punto de vista tan de moda de los sentimientos, erramos. Hay que verlo desde el punto de vista social. ¿Qué mostruosidad de sociedad hemos (¿o han?) creado, que no importan para nada las grandes masas de alumnos y alumnas de la pública que, en el mejor de los casos, tendrán que competir duramente por los mejores puestos de la sociedad que ya están repartidos? Y el resto, carne de cañón. Hemos creido que con capitalismo (algunos le llamaban de rostro humano) solucionábamos el problema. Una vez derrotado el pernicioso comunismo, la sociedad ya podía liberarse de indeseables y progresar. Nadie calculó que el progreso lanzaba cada año a miles de chicos y chicas a centros de enseñanza degradados en la mayoría de las ocasiones por la falta de presupuestos, en busca de un estar mientras tanto. Estos chicos, mezclados con inmigrantes que han tenido a bien venir a nuestro país de golpe en los últimos años, se mueven en lugares estrechos, no tienen desdobles ni atención a sus especiales situaciones. Algunos buenos proyectos que existían se han suprimido y todo de repente se convierte en un duelo de autoridad y de disciplina de la buena. Las clases trabajadoras del futuro se están deformando a modo entre encuestas que se publican curiosamente entre los meses de septiembre y octubre sobre los aspectos más variopintos de la juventud: que si las drogas, que si el botellón, que si el sexo, que si la violencia; siempre mostrando la perversión de esta juventud, con gran asentimiento de los mayores. Como si fueran virtudes teologales de este capitalismo salvaje que nos atenaza. Hemos visto ya bastantes películas de la destrucción de las grandes tradiciones obreras y sociales de Inglaterra y solo aprovechamos lo que de situaciones risibles tienen; nada sabemos de los miles y miles de trabajadores arrojados al paro y a la prejubilación. Florece la prejubilación. En realidad, cuando hacemos la oposición a profesor ya la hacemos con prejubilación adosada. Queremos escapar porque ya no somos los encargados de santificar a las clases dirigentes del país, eso lo hacen las empresas de formación de alto standing. Nuestro papel parece haber ido de la excelencia (nos creíamos científicos y respetables por nuestro leal saber), a cuidadores de adolescentes a los que no interesa para nada adquirir un saber, que, si en nuestra época liberaba de la miseria y te hacía una persona de provecho, ahora no sirve ni para los concursos. Ya no preguntan cosas en la tele para lucirse. Ahora en la tele uno luce su body de danone y su estupidez. Pero, aun viendo esto, que lo vemos unos cuantos, no nos rebelamos: esperamos resignados (o aliviados) nuestra prejubilación LOGSE. Y los sindicatos, en vez de meter mano en la herida, nos procuran más jubilaciones LOGSE. Es un triunfo de la FETE firmar en una mesa (¿en una qué?) más prejubilaciones. Nadie afronta la cuestión: más espíritu, más formación, más margen. Y exigiendo que si hemos de jugar el papel que jugamos, al menos que nos den látigo y silla. Porque esto va a ir a más. Ahora se mantiene la ilusión de que todo está bien porque vivimos de las rentas de nuestros años buenos, pero debajo de nuestros pies, en muchos centros públicos de los barrios de las ciudades, se oye el bullir social. No sé qué monserga de valores dicen que enseñemos (extraños valores propios de curas) y no enseñamos el que es el valor fundamental: la democracia ¿Nos la creemos?¿O pensamos colocar a cada uno en su lugar? Es decir en su cajita, en su escaño, en su estamento. Que nadie salga de donde tiene que estar. Pondremos cámaras de vídeo para vigilarlos, policías, más policías, nosotros mismos de policías. Pero ni una palabra de pedagogía, del diseño de espacios pedagógicos para los centros, de proyectos de renovación. Qué dirían aquellos maestros republicanos. Qué dirían de los hijos de la clase obrera.

2 comentarios

Mari -

Herminio, hay que hablar más de esto, mover algo, hacer que sea el tema más importante de todos, que muy probablemente lo es. Mándame un email que yo no tengo el tuyo, y organicemos una campaña, qué sé yo. Vamos a empezar por algún lado.

Anónimo -

Rubrico una afirmación detrás de otra. Aunque a veces hay que sobrevivir...