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Montborg. Bitácora, weblog o blog de Herminio Lafoz Rabaza

Las librerías son como una ciudad

Las librerías son como una ciudad Este comentario tenía que haber salido ayer, pero cuando el ordenador se obstina pues acaba devorando todo lo escrito con gran cabreo del autor. Decía ayer en ese nonato escrito que fui a la librería de Pepito como siempre para ver novedades; y debo decir también que con el deseo difícilmente reprimido de comprar el Beevor. Y mirando y mirando, los montones de libros me parecieron calles de una vieja y transitada ciudad. En una calle estrecha y tortuosa, los libros de historia, la narrativa en otra, más aspirante de avenida; más allá, en una rotonda, los apenas disimulados piomoas y cesarvidales. Me gusta andar y hacerme el encontradizo con viejos conocidos, saltar los charcos y, finalmente, apoyarme en un banco de madera en la plaza más soleada, allí donde está el monumento al poeta desconocido. Los libros, esos viejos cómplices. Cómo explicar a otras generaciones los mundos que nos abrieron cuando apenas nos soltábamos de las manos de nuestra madre. Cómo explicarles las armas que nos dieron contra ignorancia, contra la hipocresía, contra la opresión, contra el amor y el desamor. Cuánto refugio cuando nos sentimos pequeños y humillados. Cómo dar, pues, el testigo de estos elixires. Cómo arrojar un salvavidas a los que se están ahogando. Los libros. Finalmente, dejé el Beevor para que madure y me llevé a Mario Muchnik (A propósito. Del recuerdo a la memoria, 1931-2005), que comienza de este modo tan prometedor: "Quiero dejar constancia, quiero plasmar mi verdad, quiero contribuir al Gran Archivo contando cosas vividas, para quien pueda interesarse un día en mi propio tiempo". Eso es justamente lo que he buscado siempre, consciente o inconscientemente, así que estas palabras, y las que vengan, volverán a remover mis cimientos más íntimos, a calentar mis adentros. Y cuando haya llegado a la última página, después de haber vomitado mis impotencias y calculado el tiempo que me queda, que nos queda, volveré serenamente, de nuevo, aprovechando el sol, o tal vez la oscuridad, de una tardada de este otoño adusto, a las calles de mi librería, a buscar en los estantes un nuevo consuelo para mi alma deshilachada.

3 comentarios

Carmen -

Estoy de acuerdo. Redondo.

Mariano -

Amigo Herminio. Hoy te ha salido un texto redondo. Sí es cierto que tiene un toque de melancolía otoñal, pero en muchas ocasiones, ese perfil redondea ¡y de qué modo! las reflexiones. Sigue escribiendo.

Marxtinez -

El otoño te pone melancólico.Anímate, que queda mucho tajo!