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Montborg. Bitácora, weblog o blog de Herminio Lafoz Rabaza

MI PASADO MUSICAL (V)

MI PASADO MUSICAL (V)

"Árbol" también desapareció. No me acuerdo cómo fue. Y yo me quedé solo, actuando aquí y allá como Herminio Lafoz. Me acompañaba (mal) con la guitarra y a menudo me aprovechaba de otros amigos, e incluso alumnos, que sí tocaban. Aquí estoy cantando en el patio del colegio de los Salesianos de Zaragoza, un 25 de abril (¡San Herminio!) de 1970. La gente me miraba no sé si con atención por lo que decía y por cómo iba: ya se puede ver, muy a lo Joaquín Díaz. Yo quería ser de mayor como él. Me parecía impresionante su trabajo por la recuperación del folklore tradicional. Y es que yo seguía (ya hacía algún tiempo) con atención el tema del folklore. No me olvido de ver en la tele a Agapito Marazuela, un folklorista mítico castellano, premio nacional en 1932, que hizo un cancionero muy meritorio que durante mucho tiempo guardé fotocopiado hasta que ya pude comprar una edición (Agapito Marazuela Albornos. Cancionero de Castilla. Madrid, Endymion, 1997). Recuerdo, pues, a Agapito, muy mayor (fue republicano), en la tele en blanco y negro, con su ojo nublado y tocando la dulzaina... Tantas y tantas fuerzas perdidas. Durante un tiempo creí y luché por el folklore en la medida de mis modestas fuerzas. Recogí, publiqué y ayudé, cuando estuve en puestos de responsabilidad, a publicar colecciones de canciones. En todo caso, eso sería posterior a ese joven de negro, con una incipiente barbita rubia que parecía enredarse en las cuerdas de su guitarra. Tenía 17 años.

MANIFIESTO DE LA CULTURA

MANIFIESTO DE LA CULTURA

Después de dos años de una crisis que ha creado millones de desempleados y ha provocado que el número de personas hambrientas y desnutridas en el mundo alcance un nuevo récord, están bien claras las causas de esta grave situación.

 

Dejar en plena libertad a los capitales financieros y dejar que los mercados sean los únicos reguladores de las relaciones económicas sólo lleva, como estamos comprobando, a la inestabilidad permanente, a la escasez de recursos financieros para crear empleo y riqueza y a las crisis recurrentes.

Se ha demostrado también que la falta de vigilancia e incluso la complicidad de las autoridades con los poderosos que controlan el dinero y las finanzas, esto es, la falta de una auténtica democracia, sólo produce desorden, y que concederles continuamente privilegios, lejos de favorecer a las economías, las lleva al desastre.


Dejar que los bancos se dediquen con absoluta libertad a incrementar artificialmente la deuda con tal de ganar más dinero es lo que ha provocado esta última crisis.


Pero también es una evidencia que las políticas neoliberales basadas en reducir los salarios y la presencia del Estado, el gasto social y los impuestos progresivos para favorecer a las rentas del capital, han provocado una desigualdad creciente. Y que la inmensa acumulación de beneficios de unos pocos, en lugar de producir el efecto "derrame" que pregonan los liberales, ha alimentado la especulación inmobiliaria y financiera que ha convertido a la economía mundial en un auténtico e irracional casino.


Y es evidente que esos desencadenantes de la crisis no tienen que ver solamente con los mecanismos económicos, sino con la política controlada cada vez más por los mercados, por el poder al servicio de los privilegiados y por el predominio de la avaricia y el afán de lucro como el único impulso ético que quieren imponer al resto del mundo los grandes propietarios y los financieros multimillonarios.


Por eso la crisis económica que vivimos es sobre todo una crisis política y cultural y ecosistémica.


Las prácticas financieras neoliberales que la han provocado se justificaron con el predominio de unos valores culturales marcados por la soledad, el individualismo egoísta, la degradación mercantil de los conceptos de felicidad y de éxito, el consumo irresponsable, la pérdida del sentido humano de la compasión y el descrédito de las ilusiones y las responsabilidades colectivas.


Los debates surgidos en torno a esta crisis demuestran que en las democracias occidentales se ha establecido un enfrentamiento peligroso entre los poderes económicos y la ilusión política. Los partidarios del mercado como único regulador de la Historia piensan que el Estado debe limitarse a dejar que los individuos actúen sin trabas, olvidando que entre ellos hay una gran desigualdad de capacidades, de medios y de oportunidades. Por eso le niegan capacidad pública para ordenar la economía en espacios transparentes, y para promover los equilibrios fiscales y la solidaridad social. Y por eso desacreditan el ejercicio de la política.

Pero la política no debe confundirse con la corrupción, el sectarismo y la humillación cómplice ante los poderes económicos. La política representa en la tradición democrática el protagonismo de los ciudadanos a la hora de organizar su convivencia y su futuro. Palabras como diálogo, compromiso, conciencia, entrega, legalidad, bien y público, están mucho más cerca de la verdadera política que otras palabras por desgracia comunes en nuestra vida cotidiana: corrupción, paraíso fiscal, dinero negro, beneficio, soborno, opacidad y escándalo.

 
Como esta crisis es política y cultural, debemos salir de esta crisis reivindicando la importancia de la política, la educación y la cultura. No podemos confundir la sensatez y la verdad científica con diagnósticos interesados en perpetuar el modelo neoliberal y sus recetas financieras.

Ahora resulta prioritario buscar una respuesta progresista a la crisis.

Para evitar nuevas crisis en el futuro hay que luchar en primer lugar contra todas las manifestaciones de la desigualdad. Y para ello es necesario garantizar el trabajo decente que proporcione a mujeres y hombres salarios dignos y suficientes, y el respeto a sus derechos laborales como fundamento de un crecimiento económico sostenible.


Así mismo, es imprescindible que se lleven a cabo reformas fiscales que garanticen la equidad, la solidaridad fiscal, sin paraísos ni privilegios para millonarios, y la mayor contribución de los que más tienen, para que el Estado pueda aumentar sus prestaciones sociales y ejercer como un potente impulsor de la actividad económica.



Frente a los daños ecológicos de la ambición especulativa, una respuesta progresista supone revisar los marcos jurídicos para que sea posible una mayor protección de nuestro ecosistema y establecer suficientes incentivos para promocionar la  producción y el consumo sostenibles.

Frente a un modelo productivo basado en la especulación financiera e inmobiliaria y en la consideración de que nuestros recursos son ilimitados, una respuesta progresista supone invertir más en educación, investigación y cualificación laboral.


Frente al desprestigio de la política, una respuesta progresista supone devolverle la autoridad a los espacios públicos y a los representantes de los ciudadanos para que regulen en nombre del interés común las estrategias del mercado.


Frente a la misoginia y la discriminación de género, una respuesta progresista supone consolidar las políticas de igualdad, defender el derecho a la reproducción y medidas específicas para evitar que las mujeres se vean relegadas al paro o a la economía sumergida y a soportar muchas más horas de trabajo no retribuido que los hombres, sufriendo así en mucha mayor medida que éstos los efectos de la crisis.


Frente al racismo y a la xenofobia, una respuesta progresista supone defender los derechos de los trabajadores extranjeros y asegurar el respeto jurídico a la dignidad las personas.


Frente a la soledad social, la pobreza y el egoísmo, una respuesta progresista supone apostar por los valores culturales de la solidaridad, que no son ideales utópicos trasnochados, sino la mejor muestra de la dignidad cívica de los sentimientos humanos.

 

Me hubiera gustado suscribir este manifiesto.

ANTONIO MARSA BRAGADO

ANTONIO MARSA BRAGADO

Antonio Marsá Bragado (1877 - 12 de Octubre de 1965), estudió Derecho en Madrid y Barcelona, y realizó sus estudios de Doctorado de la mano de ilustres profesores como Fernández Prida Ureña, Azcárate y Francisco Giner de los Ríos. Su actividad política comienza colaborando con Francisco Pi y Margall en el Partido Federal y poco después con Nicolás Salmerón en Unión Republicana, donde defendía reformas políticas y sociales en aras de un espíritu innovador, liberal y democrático.

En 1905, siendo Concejal de Sanidad del Ayuntamiento de Barcelona, funda en Tarrasa la "Casa del Pueblo" más antigua de España.

En Barcelona con Layret, Marcelino Domingo y Luis Companys constituyen el Partido Republicano Catalán y su órgano, el diario La Lucha.

En 1926, con Alejandro Lerroux y un grupo importante de personajes de la época, fundan Alianza Republicana. Militante entusiasta del Partido Radical, intervino en todos los movimientos que preparaban el advenimiento de la República.

En 1933 y hasta el 25 de Mayo de 1934, Antonio Marsá ocupa el cargo de Fiscal General del Estado de la II República. En ese mismo año, se admite su dimisión de la fiscalía y se publica en la Gaceta su nombramiento como Consejero Permanente del Estado, responsabilidad que ocupará durante los tres años siguientes, hasta que el 21 de julio de 1936, tras el "Alzamiento Nacional", es destituido del cargo. Permanece entonces escondido en Barcelona junto a otros miembros de su familia, hasta finales de enero de 1939. En 1942, de nuevo en Madrid, es acusado de masonería y comunismo.

Antonio Marsá Bragado, como la mayoría de sus hermanos terminaría estableciéndose en Madrid capital, sintiéndose madrileño pese a ser hijo de catalanes y haber pasado en Cataluña su primera juventud. Contrae matrimonio en 1902 con Josefa Vancells Carreras, una joven perteneciente a la burguesía de Tarrasa.

La situación económica de la familia, sin preocupaciones pecuniarias, le facilitó su militancia política. Antonio fue el menor de ocho hermanos. Tras él aún nacería una niña. Su padre, constructor próspero con relaciones en la Administración, fue quién suministró la piedra para levantar la Biblioteca Nacional en Madrid o los puentes del tendido ferroviario Ferrol-Gijón.

Atraído por un entorno natural privilegiado y la proximidad del Puerto de Navacerrada, Antonio Marsá adquiere en Collado Mediano, junto a su hermano Miguel, unos terrenos de labranza a pocos minutos de la estación de ferrocarril. La finca, que con el paso de los años convirtieron en un pequeño vergel, sería muy frecuentada por los profesores y alumnos de la Institución Libre de Enseñanza con los que participaban en excursiones al puerto de Navacerrada, subiendo al puerto a pie y a caballo, ya que entonces no existía el funicular que años después facilitaría la ascensión.

Sus relaciones con la prestigiosa Institución Libre de Enseñanza que fundara D. Francisco Giner de los Ríos con otras personalidades comprometidas con la renovación educativa, cultural y social en España, hizo que, siempre que la política se lo permitía, interviniera cuidadosamente en la educación de sus hijos. Les instruyó en astronomía y geometría, llegando a escribir en las paredes de su cuarto, con grandes caracteres, el teorema de Pitágoras; les relataba la historia de Grecia y Roma de la que era gran experto y estudioso.

El hijo primogénito de Don Antonio, Graco Marsá, en posiciones políticas más progresistas que su padre, participó en su juventud en revueltas estudiantiles contrarias a la dictadura de Primo de Rivera, necesitando, en más de una ocasión, para salir de la cárcel, la ayuda de su profesor y amigo Don Manuel Bartolomé Cossío, quien pasó los tres últimos veranos de su vida, hasta su muerte en 1935, en la finca colindante con Fuenterroca.

Graco Marsá fue encargado, en diciembre de 1930, por un comité revolucionario en Madrid, junto a Casares Quiroga, de detener la sublevación de la guarnición de Jaca y advertir a Galán y García Hernández de que Madrid no se iba a sublevar. El contacto no pudo hacerse y los capitanes rebeldes fueron ejecutados. Graco Marsá, con ayuda de unos colaboradores, consiguió, a pesar del invierno, atravesar los Pirineos y refugiarse en París hasta el advenimiento de la República en abril de 1931. La sublevación militar del General Franco contra la República, el 18 de julio de 1936, sorprende a D. Antonio en su finca de Collado Mediano, donde, ese mismo mes, se reunirá con Azaña y Alberto Martín Artajo, entre otros políticos. Finalmente se desplazará a la Ciudad Condal donde permanecerá hasta el final de la contienda.

Terminada la guerra Antonio Marsá es desterrado a Pamplona durante tres años. Su hijo Graco condenado a 20 años de cárcel por socialista y masón, enfermo de tuberculosis muere en 1946. Marco, su segundo hijo que era funcionario, es desposeído.

D. Antonio Marsá, defensor del estado y la sociedad laica, que no quiso bautizar a sus hijos: Graco, Oritia, Marco, Plutarco, Marina, Héctor (que muere recién nacido), y Licinio; tras su destierro en Pamplona y la convivencia con los frailes franciscanos en los años grises de la posguerra, acabó haciendo votos de pobreza y volviendo a la senda del buen católico, convertido en terciario franciscano. A su regreso a Madrid, es hombre que todas las tardes reza el rosario en familia y limpia el pie del Niño Jesús de Medinaceli los primeros viernes de cada mes. Muere el 12 de octubre de 1965 habiendo enviudado y perdido años atrás a sus dos hijos mayores, Graco y Marco.

 

[Archivo Fuenterroca. Paseo María Cristina, s/n.
28450 Collado Mediano (Madrid)]

EULOGIO VARELA SARTORIO

EULOGIO VARELA SARTORIO

Eulogio Varela Sartorio fue un pintor y escritor nacido en El Puerto de Santa María en 1868 y fallecido en Madrid en 1955. Obtuvo premios en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes (1892, 1895, 1901, 1904, 1906 y 1908) y participó en diversos certámenes internacionales. Colaboró con Emilio Sala en la decoración del teatro Español y del casino de Madrid.

Fue profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Madrid. Sus herederos donaron gran parte de su obra a su ciudad natal donde, en 1980, se le tributó un homenaje. Entre sus obras literarias destacan: Temas de composición decorativa, Tratado de perspectiva y La letra y su teoría constructiva.

De Wikipedia

ENRIQUE R. RAMOS

No puedo decir mucho de él. Formó parte con otros jóvenes, como Leopoldo Alas y Demófilo de Buen, de un grupo de trabajo en el Centro de Estudios Históricos (Junta de Ampliación de Estudios) denominado Los problemas del Derecho Civil en los principales países del siglo XIX que dirigió Felipe Clemente de Diego, entre 1911 y 1919 aproximadamente. Fruto de este trabajo serían sus publicaciones. De la usucapión. Leopoldo Alas, Demófilo de Buen, Enrique R. Ramos. Madrid, Centro de Estudios Históricos, 1916; De la prescripción extintiva. Leopoldo Alas, Demófilo de Buen y Enrique R. Ramos. Madrid, Centro de Estudios Históricos, 1918. También tradujo y anotó el libro de Eugenio Huber, Estudios sobre la publicidad en el derecho privado. Madrid, Centro de Estudios Históricos, 1919.

MI PASADO MUSICAL (IV)

MI PASADO MUSICAL (IV)

Cuando en 1969, Los Juglares no dieron más de sí (no es que pasara nada entre nosotros, solo agotamiento). Aquel fue un año de contactos con otros grupos, sobre todo con uno que se llamaba "Flores de Otoño". Conocí a Alicia Vela, una chica con una voz extraordinaria y soñamos con el próximo grupo que se llamaría "Árbol". Pero no cuajó. Alicia sufrió seguramente pánico escénico y la cosa no fue a más. Sin embargo poco después surgiría de nuevo la idea con fuerza. "Árbol" lo formaríamos Antonio Cano, Ángel Pascual, José Luis Rodríguez y yo. A Antonio Cano, ya lo conocemos. Ángel Pascual vivía al otro lado del puente de Hierro, cerca de mi casa. Tenía una casa con estudio donde empezaba también a dibujar. Y tenía un hermano pequeño, Vicente. Pasamos mucho tiempo allí, ensayando, cantando y haciendo de todo. Años más tarde, los hermanos Pascual (Ángel ilustró un libro mío de poemas, con el seudónimo "Laucsap") llegaría a ser "La Hermandad Pictórica Aragonesa". José Luis Rodríguez había estado con "Flores de Otoño" y se unió a nosotros. Además, tocaba, y tenía, un contrabajo: la imagen de grupo folk era total. Ya estaba liada otra vez. Actuamos el 29 de junio en el cine Pax; el 14 de agosto nos fuimos (con contrabajo y todo, cargándolo en la bodega del autobús) a Ágreda (Soria). Y volvimos al día siguiente en el tren, tocando. Al final, el departamento se llenó de público. En octubre, en el Stadium Casablanca. En noviembre, en el Club Medina (de la Sección Femenina) y en el Colegio, de monjas, claro, de Jesús y María. Y en diciembre iríamos a Huesca, a Salesianos y en Zaragoza, en el Colegio Mayor Cerbuna.

Nuestro repertorio y nuestro estilo podría estar en la líne ade Nuestro Pequeño Mundo y de otros grupos parecidos. Cantábamos temas tradicionales americanos, españoles o franceses. En la foto, estamos en Ágreda.

 

 

 

 

 

GONZALO RODRÍGUEZ LAFORA

GONZALO RODRÍGUEZ LAFORA

Recorro los nombres de esta curiosa junta directiva del Sindicato de Doctores y Licenciados en 1919, solo para explicar(me) una vez más cuánto fue lo que se perdió en 1936-1939 en términos de inteligencia. Los que vinimos detrás nos educamos a ciegas, huérfanos de maestros. En nuestra universidad, todavía se percibía el olor a correaje y a camisa vieja y azul sudada. El vicepresidente de este Sindicato era Gonzalo Rodríguez Lafora. Hijo del coronel Carlos Rodríguez Alonso y de Pilar Lafora Cartuna, inició sus estudios en el instituto Cardenal Cisneros de Madrid y pasó a estudiar medicina en la Universidad de San Carlos. Entre 1906 y 1908 fue asistente en el Instituto Cajal de Neurobiología. Se licenció en 1907 y se doctoró en 1914 con una tesis sobre el sistema nervioso de los peces; obtuvo una beca de la Junta para Ampliación de Estudios para viajar a Alemania; allí se especializó en la Clínica neurológica de Munich con Theodor Ziehen, Emil Kraepelin y Alois Alzheimer, y después, en 1910, sustituyó a Nicolás Achúcarro en el hospital mental de Washington (Estados Unidos), con Franz; en 1911 describió la llamada enfermedad de Lafora, por la que es sobre todo conocido, una afección genética que provoca demencia progresiva, ceguera cortical y la muerte en dos o tres años. En 1912 regresó a España y empezó a trabajar en el Laboratorio de Fisiología Experimental del Sistema Nervioso con Santiago Ramón y Cajal. Difundió el psicoanálisis a través de conferencias, aunque reprochaba a la teoría freudiana su pansexualismo y su dogmatismo y la consideraba sólo como una psicoterapia más entre otras. Una conferencia que dio en Argentina en 1923 contribuyó a la expansión del psicoanálisis en ese país. En 1925 cofundó la revista Archivos de neurobiologia, psichologia, fisiologia, histologia, neurologia y psiquiatria, que sigue publicándose ahora con el título más corto de Archivos de Neurobiologia. Ese mismo año fundó también el Instituto Médico-Pedagógico y el Sanatorio Neuropático de Carabanchel; en 1931 fue nombrado presidente del Consejo Superior Psiquiátrico y dos años más tarde dirigió el departgamento de Psiquiatría del Hospital Provincial de Madrid; hizo amistad con José Ortega y Gasset y colaboró en sus proyectos culturales. Tras la Guerra Civil su pasado republicano le obligó a emigrar, exiliándose en 1938 en México; allí participó en la fundación del Instituto de Estudios Médicos y Biológicos de la UNAM. Volvió a España ya al final de su vida y fue profesor de neuropatología y director del Laboratorio de Fisiología de Cajal y del Hospital Provincial.

Es autor de unos trescientos trabajos de investigación, publicados sobre todo en revistas especializadas. Admirador de Theodor Ziehen, al principio vertió su interés en psicopatología infantil y produjo una serie de test para diagnosticar las enfermedades mentales de la infancia. Expuso sus transtornos más notables y los principios de pedagogía y terapéutica apropiados para su tratamiento, estableciendo las bases de un conocimiento serio de los problemas de la psicopatología infantil; probó que los procesos psíquicos y la constitución fisiológica guardaban een ello una estrecha dependencia (Carpintero, 1989). Promovió la higiene mental. Se interesó en la personalidad y divulgó el psicoanálisis y la psicotecnia sin descuidar la introspección y los procesos inconscientes. Admite una continuidad entre lo normal y lo patológico. También extendió la psicopatología al análisis de los problemas culturales y escribió trabajos de Psicología jurídica. Publicó trabajos sobre la neurosífilis y los cambios histológicos de la senilidad. Sus últimos trabajos investigaron el sueño experimentalmente.

(De Wikipedia)

SINDICATO DE LICENCIADOS Y DOCTORES

SINDICATO DE LICENCIADOS Y DOCTORES

A finales del mes de junio de 1919, se celebró junta general de este Sindicato para elegir a su junta directiva, que quedó formada de la siguiente forma:

Presidente: Juan Medinabeitia

Vicepresidente: Gonzalo R. Lafora

Secretario 1º: Enrique R. Ramos

Secretario 2º: Eulogio Varela

Tesorero: Antonio Marsá

Vocales: Ciriaco Pérez Bustamante, Manuel Núñez de Arenas, Valentín Álvarez y Aurelio Ramos Acosta.

La correspondencia, al secretario, a la Casa del Pueblo de Madrid (El Socialista, 3.605, 23 de junio de 1919). A continuación, algunos datos biográficos de este curioso sindicato. Comenzaremos por el presidente.

Juan Madinebeitia y Ortiz de Zárate. Médico guipuzcoano, creador de la moderna escuela gastroenterológica española, nació en Oñati el 18 de abril de 1861 y murió en Barcelona el 21 de noviembre de 1938. Realizó sus estudios en Valladolid y Madrid, donde se licencia en 1886 y doctora tres años más tarde con la tesis Pronóstico de las lesiones valvulares crónicas. Tras ejercer dos años en su villa natal, se traslada a Madrid, donde obtiene en 1892 un puesto de jefe de sala en el Hospital General. Desde el Hospital de Madrid llevó a cabo una decisiva innovación en la clínica española de su tiempo. Con unos medios precarios contribuyó de forma capital a introducir el pensamiento anatomoclínico que había revolucionado el ámbito de la medicina ochocentista. Profesor de Patología General en la universidad madrileña de 1903 a 1927. Su prestigio, ya notable, se consolida con los cursos de especialización que imparte entre 1907 y 1909, que serán publicados en 1910, Fisiología patológica de la digestión y Enfermedades del esófago y del estómago. En el Manual de Medicina Interna, dirigido por Teófilo Hernando y Marañón, Madinabeitia redactó el capítulo «Enfermedades del peritoneo» (1916); el reconocimiento de esta concreta labor clínica suya lo obtuvo al ser designado presidente de honor de los dos primeros Congresos nacionales de Patología digestiva celebrados en Valencia (1931) y Barcelona (1933). El estallido de la Guerra Civil le sorprende en su residencia de Donostia-San Sebastián (Gipuzkoa); pasa a Francia, y de ahí a Barcelona, donde fallece. Su muerte pasó casi inadvertida según cuenta I. Prieto («El Socialista», 1 nov. 1956): «...a cuyo entierro en Barcelona el año 1938 únicamente asistimos su hijo Antonio, su íntimo el Dr. don Julián Aguado y yo, pues dispuso que a nadie se avisara». Destaca en Madinabeitia un acusado perfil humano, un talante intelectual que le llevó a mantener principios ideológicos muy próximos al anarquismo que contrastaban con el puesto social que ocupó; afinidades de pensamientos fortalecieron su amistad con Simarro con quien estableció un laboratorio; en el Ateneo madrileño, en 1902, intervino en discusiones sobre la que entonces se llamaba «cuestión social», defendiendo el credo anarquista de Federico Urales con Luis Simarro y jóvenes escritores en tal fecha militantes en el grupo de anarquistas teóricos como Maeztu y Azorín; la defensa que en 1919, también en el Ateneo, hizo Madinabeitia de la Revolución bolchevique tuvo gran resonancia. La escuela que creó cuenta con los más ilustres nombres de la medicina española del s. XX: Luis Urrutia, Teófilo Hernando, Jiménez Díaz, Sanchís Banús, Gregorio Marañón... Sirviéndose del método anatomoclínico que en las clínicas europeas dominaba, Madinabeitia impuso en la medicina española una exploración rigurosa, asentada en pocos pero eficaces datos clínicos, susceptibles siempre de una valoración científica. Una capacidad nada común para extraer del interrogatorio médico los aspectos esenciales del proceso morboso contribuyó, con los escasos datos que el laboratorio le podía suministrar, a la realización de unos diagnósticos exactos que la autopsia se encargaba tantas veces de refrendar. Marañón califica en 1929 a Madinabeitia, de «uno de los grandes maestros de la Medicina contemporánea».

Ainhoa AROZAMENA AYALA

Bernardo Estornés Lasa - Enciclopedia Auñamendi

MI PASADO MUSICAL (III)

MI PASADO MUSICAL (III)

La próxima parada de este viaje se llama Los Juglares. Formábamos este grupo todos los componentes de La Troupe menos Fernando Presa. Es decir, Antonio Cano "Canito", Jesús Bonafonte "Charly" y yo. En mis anotaciones aparece un recital en el auditorio de Radio Popular, donde se hacía radio en directo. Era un 11 de enero de 1969 y, al parecer, era el primer recital que se celebraba de música de este tipo en Radio Popular (Quizá cantase antes de nosotros un tal José A. González, no estoy seguro) [Tal vez Eduardo González, poniendo música a la Casa de San Jamás]. Nos presentó José Antonio Armillas. Cantamos las canciones siguientes: "La Ermida de S. Simeon" ("Charly" había puesto música a este verso de la lírica tradicional), "La Canción del segador" (letra mía y música de "Charly"), "Colchiques dans les prés" (una canción francesa que habíamos oído en un disco y nos gustó mucho), "Le deserteur" (de Boris Vian), "Ecoute dans le vent", "Junto al mar" (poema de José Hierro), "El indiferente" (poema de José Hierro), "Un beau matin a la fraiche" (otra canción francesa que nos entusiasmaba), "¿Por qué no apresas el dolor errante?" (poema de José Hierro). Hay que explicar que, no recuerdo si es que conocía a alguno de nosotros, entró en contacto con nosotros un profesor del Instituto Goya, que resultaría ser Antonio Borderías Bescós, que quería poner música a unos poemas de José Hierro. "Charly" se aplicó a la tarea y puso música a unos cuantos que fuimos cantando en nuestras actuaciones.

En el mes de marzo, el 22, entré en contacto con Rafa Ranera y Javier Mas, que formaban el grupo "Free Fields". Me impresionó desde el primer momento, sobre todo las canciones de Dylan. También tuvimos contactos con otros grupos que hacían folk en Zaragoza, que no eran tantos (quizá "Nuevas Gentes"). El 23, a las 11 h. tuvimos actuación en las Franciscanas. A las 7 de la tarde,  recital de poesía en el Perpetuo Socorro, con el profesor Borderías. Para esta ocasión, que no sería la última, a Los Juglares se unió nuestro compañero y amigo Angel Campos; cantamos unos cuantos poemas de José Hierro, y yo recité otros tantos. Nunca he podido olvidar a José Hierro. El 20 de abril, a las 3’30 h. salimos al aire en Radio Popular ["La ermida de S. Simión", "La canción del segador", "Colchiques dans les prés", "El desertor", "El viejo Jhon"]

En el mes de mayo, se cerraba esta etapa: Los Juglares se separaron.

MI PASADO MUSICAL (II)

MI PASADO MUSICAL (II)

Decía que en el Colegio de los Maristas fui inclinándome por otro tipo de músicas, aunque seguí cantando en misa (por lo menos hasta que en un 6 de junio, fiesta del beato Marcelino Champagnat, el hermano Bruno se empeñó en cantara en una boda, sacándome de película que estaba viendo con mis compañeros -que era 101 Dálmatas, de Disney; yo me negué a cantar, y el "hermano", me fue dando de bofetadas desde el piso superior al inferior. Cuando llegué a casa y lo conté, mi padre aumentó la ración), más me llamaba el celibato. No perdí ocasión de cantar solo o en grupo cosas que cuando las recuerdo me sonrojo. Pero cuando hacía 6º de bachiller, formamos un grupo (que aparece en la foto (es en el escenario del Colegio y lleva la fecha del 20 de diciembre de 1967), que tendría algún recorrido. Tocaban Jesús "Charly" Bonafonte, Fernando Presa, Antonio Cano "Canito" y yo cantaba. Nos llamábamos La Troupe, seguramente idea del divertido Fernando. Hicimos algún "bolo" más. En este mismo mes cantamos en la Hermandad (Casa) de León, porque el padre de Fernando, que regentaba la droguería "Zufaria", al lado mismo del Colegio, era de León. El 29 de enero de 1968, cantamos en la Hermandad de San Juan Bosco, y, en marzo en el cine Dux, para el viaje de estudios de las Anas. Supongo que habría alguna actuación más, pero estas son las que tengo anotadas y recordadas. Respecto a las canciones que cantábamos, recuerdo "Anoustka", "Anduriña", "Le Mèteque" y alguna compuesta por Charly Bonafonte como una que se llamaba "Por supuesto". Estábamos en el camino de depurar nuestro estilo. Pero el Colegio ya terminaba. Yo no hice el Preu en Maristas porque no tenía Letras y yo quería estudiarlas y, de momento, todo se eclipsó. Acabaría haciendo Preu en la Academia CIMA. Una nueva vuelta de tuerca.

 

 

MI PASADO MUSICAL (I)

MI PASADO MUSICAL (I)

Desde que tengo memoria, siempre me ha gustado cantar. Heredé un buen oído de mi familia materna. Por lo menos, mi tía Concha siempre ha tenido una voz muy fina y estilosa. El caso es que en el colegio, cuando hacía Primaria (PP. Franciscanos de Zaragoza), me descubrió el P. José Nemry, y ya pasé a ser directamente solista en el coro de la iglesia. Me gustaba cantar de todo pero, sobre todo, aquella misa de Angelis... También me emocionaba el tiempo de Pascua. En el colegio, cantaba también por lo civil. Fue muy celebrada mi actuación cantando Granada. Causó gran impacto en el barrio mi final sostenido. Aquellos años fui imprescindible en todo los festivales que se celebraban en el salón del Colegio. Sí, allí donde vimos también todo el cine del mundo en sesión doble, comiendo pipas como descosidos. En los veranos, aquellos largos, largos, largos veranos, mis vacaciones solían ser en Alcañiz, con mis primos. El espectáculo continuaba. Aún me recuerdo actuando para las amigas de la calle de mi tía (pero qué chico tan rebonico...). Cuando pasé a los Maristas, en segundo año de Bachiller, también allí cultivé mi afición. Seguía cantando para la iglesia. Pero recuerdo mejor los festivales en el excelente escenario de San Vicente de Paúl. Allí canté Granada, la romanza de Los de Aragón y alguna más, acompañado casi siempre al piano por Antonio Embid que, con el correro del tiempo llegaría a ser el primer presidente del Parlamento aragonés. Allí formamos nuestro primer grupo musical y allí, en plena adolescencia, empezaría a refinar mis gustos musicales.

NO ES VERDAD

He firmado este Manifiesto pedagógico:

Las organizaciones y personas que firmamos este Manifiesto (docentes, madres, padres, estudiantes y ciudadanía en general) estamos profundamente preocupados por la difusión de creencias sobre la escuela española que distorsionan gravemente la realidad. Se está generalizando una forma de pensar según la cual hoy en la escuela se enseñan pocos contenidos, se hacen actividades irrelevantes, los niveles de exigencia bajan, los alumnos y alumnas son peores que los de antes y hay “mucha pedagogía” y poca enseñanza.

Nos preocupa particularmente la actitud de determinadas personas con impacto mediático (pertenecientes al ámbito de la literatura, de la universidad, de la intelectualidad, etc.) que divulgan estas creencias con argumentos muy pobres, a veces incluso insultantes, poniendo en evidencia una visión poco rigurosa sobre la escuela y sobre los procesos que en ella tienen lugar. Nos preocupa, en fin, que la educación, a diferencia de otras actividades de gran incidencia social como la medicina o la justicia, sea analizada y valorada socialmente desde concepciones simples y caducas.

Por todo ello, hemos decidido manifestarnos colectivamente y hacer pública nuestra opinión, afirmando lo siguiente:

No es verdad que en la escuela española actual predomine un modelo de enseñanza diferente al tradicional

La creencia de que en los últimos tiempos se practica una enseñanza descafeinada y permisiva, donde ya no se valora “el conocimiento de toda la vida”, es un mito sin fundamento. Ocurre más bien lo contrario. A pesar de que hay importantes argumentos en contra de la forma tradicional de enseñar, la cultura escolar dominante en España sigue basándose en la transmisión directa de contenidos inconexos y, no pocas veces, desfasados e irrelevantes, en el aprendizaje mecánico y repetitivo, en la evaluación selectiva y sancionadora y en la prolongación de la jornada escolar de los menores con abundantes deberes y tareas. La mayoría de los alumnos y alumnas siguen teniendo grandes dificultades para comprender lo que se les enseña y, como siempre ha ocurrido, acaban identificando el saber con la capacidad de retener información hasta el día del examen.

La idea de que la LOGSE ha impregnado la enseñanza no universitaria de una práctica pedagógica que abandona el esfuerzo y que se basa en “el todo vale” es un lugar común que no se corresponde con la realidad. El ideario psicopedagógico de esta ley, por más que planteaba cambios de gran interés, nunca llegó a penetrar en la mayoría de las aulas, en gran parte porque la mejora de la escuela no es básicamente una cuestión de leyes sino de cambio cultural, social y comunitario.

No es verdad que en la escuela española hayan bajado los niveles de exigencia

Basta comparar los libros de texto de hoy con los de antes para comprobar que cada vez se pretende enseñar más contenidos, con formulaciones más abstractas y en edades más tempranas. Muchos padres y madres no entienden los libros de texto que con frecuencia protagonizan las tardes familiares. Cada vez es más difícil para los docentes acabar el programa del curso. Cada vez es más pesada la carga académica de los estudiantes. Cada vez hay más asignaturas.

La idea de que “los niveles bajan” trata de dar una explicación fácil al evidente fracaso de la escuela. En cada nivel educativo los docentes comprueban la debilidad del conocimiento de gran parte del alumnado. Pero los estudiantes fracasan, precisamente, porque el modelo de enseñanza transmisivo y tradicional, y no otro, no provoca en ellos un aprendizaje duradero y de calidad. Esto siempre ha sido así. No entender las explicaciones de clase, no encontrarle sentido a muchos contenidos escolares, estudiar mecánicamente sólo para los exámenes, olvidar rápidamente lo aprendido y tener que empezar desde cero en cada curso, son experiencias compartidas por muchas personas. Sin embargo, estas experiencias tienden a olvidarse cuando se analiza el fracaso de los estudiantes de hoy.

La incompatibilidad entre el buen aprendizaje y la enseñanza tradicional, que siempre ha existido, se ha venido incrementando en los últimos tiempos. Muchos piensan que la incorporación a la escuela de los hijos e hijas de la marginalidad, de los inmigrantes y de los que tienen capacidades diferentes ha influido en que el fracaso escolar aumente. Sin embargo, esta incorporación, además de suponer un avance social, ha servido para sacar a la luz con más claridad lo que estaba difuso: que la enseñanza tradicional no promueve un aprendizaje de calidad en la mayoría de los estudiantes, sean cuales sean sus circunstancias.

Al mismo tiempo, en un mundo globalizado, donde la información circula por internet, donde la comunicación se ha hecho virtual, donde los graves problemas de la humanidad tienen carácter interdisciplinar, donde las certezas absolutas han desaparecido y nos enfrentamos a un futuro crítico, incierto y complejo, la escuela sigue anclada en contenidos y métodos del pasado.

El fracaso escolar, por tanto, no se explica por que los niveles de exigencia bajen, ni por que la escolarización se extienda a más estudiantes y durante más tiempo, sino por que el modelo educativo vigente hace tiempo que ha caducado.

No es verdad que los alumnos y alumnas de ahora sean peores que los de antes

Son diferentes, pero no peores. Los niños, niñas y jóvenes de hoy, y los de antes, son el producto de la sociedad en la que viven. Juzgarlos negativamente como colectivo es un ejercicio simplista y una forma de ocultar la responsabilidad de la sociedad adulta. La incitación permanente al consumo (piénsese, como ejemplo dramático, en los anuncios sobre los juguetes navideños), la diseminación continua de la cultura del éxito, del triunfo y de la superficialidad, la conversión de los niños, niñas y adolescentes en objetivos permanentes del mercado y la forma de vida acelerada y estresante propia de los adultos con los que viven son, entre otras, realidades que influyen poderosamente en su desarrollo.

La sociedad manifiesta una cierta actitud hipócrita: se ve reflejada en el espejo de niños, niñas y jóvenes y, a veces, no le gusta lo que ve, pero, en vez de analizar las causas, arremete contra la imagen que se proyecta en ellos. En la escuela esto es especialmente grave. A través de los medios de comunicación se ha favorecido una alarma social injustificada en relación con la conducta de los estudiantes. Temas como la falta de respeto hacia los docentes, el acoso entre iguales, la violencia escolar, etc., aun siendo problemas reales que siempre han existido y que, posiblemente, ahora son más frecuentes, se han sobredimensionado, convirtiéndolos en productos de consumo a través del periodismo sensacionalista. Junto a estos fenómenos existen multitud de casos de estudiantes comprometidos, de jóvenes interesados por el medio ambiente e implicados en las ONG, de niños y niñas concienciados con los problemas de la salud y de las drogas, etc. que son insuficientemente resaltados, fomentándose así un estereotipo social sesgado y negativo sobre los menores. No podemos olvidar que los niños, niñas y jóvenes son modelados y formados por toda la sociedad. Demonizarlos es un recurso fácil para eludir nuestra responsabilidad.

Al mismo tiempo, el desapego de muchos estudiantes hacia la cultura transmisiva y tradicional de la escuela, oculto en otros tiempos debido al carácter autoritario y represivo de la época franquista, se pone de manifiesto hoy de forma más radical. Este desapego, más que confirmar que el alumnado de hoy “es peor que el de antes”, como muchos creen, es la evidencia más clara del abismo que separa a la sociedad de la escuela y a los asuntos relevantes de hoy, de los contenidos y métodos escolares convencionales.

No es verdad que los docentes españoles tengan un exceso de formación pedagógica y un déficit de formación en contenidos

Todo lo contrario. Los profesores de secundaria, por ejemplo, después de cinco años de formación en una licenciatura centrada en los contenidos (Filosofía, Matemáticas, Historia, etc.) sólo han recibido, en el mejor de los casos, un curso de dos meses de duración donde se comprimen aspectos tan importantes para su futuro profesional como los siguientes: la psicología de niños, niñas y adolescentes; la importancia de la dimensión afectiva y social en el aprendizaje y en la autoestima; los diferentes modelos pedagógicos y didácticos que existen y sus resultados; la manera de seleccionar y formular los contenidos; el diseño de actividades para el aprendizaje de materias concretas; el uso didáctico de diferentes tipos de recursos, incluidos aquellos más próximos a la cultura cotidiana de los estudiantes; las formas de evaluar y sus repercusiones en la formación de alumnos y alumnas; las tendencias innovadoras en educación; la dinámica de los grupos humanos y el trabajo cooperativo; el funcionamiento de los centros y las relaciones con las familias y las normas legales existentes sobre el sistema educativo.

Pero hay más. En una profesión centrada en la práctica, los docentes de secundaria y de primaria han tenido una formación muy poco vinculada a los centros escolares (sería inimaginable algo similar en la formación de los médicos, por ejemplo). Por lo demás, en la universidad, donde, no lo olvidemos, se forma a los futuros docentes, no es necesaria ninguna formación pedagógica o didáctica para ser profesor.

Es de justicia reconocer aquí el esfuerzo realizado por los docentes de nuestro país que han intentado dar respuestas a los problemas profesionales de su trabajo a pesar de su insuficiente formación inicial, de la cual, obviamente, no eran responsables.

No es verdad, por tanto, que haya un exceso de formación psicopedagógica y didáctica. Somos, en este sentido, una anomalía en relación con otros muchos países. Por eso, consideramos necesaria una profunda y urgente reforma de la formación inicial del profesorado que asuma, por fin, que para enseñar no basta con saber el contenido.

La escuela y la universidad necesitan un cambio

Un cambio profundo. El fracaso escolar no sólo se manifiesta por los que abandonan o suspenden, también por los que aprueban sin haber conseguido un aprendizaje duradero y de calidad.

El cambio que proponemos no puede venir de la mano del modelo tradicional, como reclaman algunos, ignorando que dicho modelo es el responsable del fracaso actual. Tampoco aplicando políticas neoliberales de mercantilización de lo educativo, como puede observarse en determinadas Comunidades Autónomas y en aspectos sustanciales de la reforma universitaria actual, ni trasladando a la escuela modelos neotecnológicos y empresariales de planificación y control de calidad, como es el caso de la implantación de incentivos salariales vinculados al rendimiento académico del alumnado. Las personas y su educación no son mercancías y la enseñanza y el aprendizaje no son meros procesos técnicos y productivos.

El cambio ha de venir de la recuperación y actualización de aquellas ideas y experiencias que han demostrado su capacidad transformadora. La Institución Libre de Enseñanza, la Escuela Nueva, la Escuela Moderna, las Misiones Pedagógicas, los Movimientos de Renovación Pedagógica, etc. son, entre otros, algunos ejemplos valiosos de nuestro pasado. Las aportaciones de ilustres docentes e investigadores como Giner de los Ríos, Freire, Freinet, Montessori, Rosa Sensat, Piaget, Vygotsky, entre otros muchos, o de intelectuales de prestigio mundial como Morin, también pueden iluminar este proceso de cambio.

Algunos principios orientadores de la escuela que necesitamos son los siguientes:

1. Centrada en los estudiantes y en su desarrollo integral (corporal, intelectual, social, práctico, emocional y ético).

2. Con contenidos básicos vinculados a problemáticas relevantes de nuestro mundo, buscando la calidad frente a la cantidad, la integración de materias frente a la separación.

3. Con metodologías investigativas que promuevan aprendizajes concretos y funcionales, al mismo tiempo que capacidades generales como la de aprender a aprender. Donde el esfuerzo necesario para aprender tenga sentido.

4. Con recursos didácticos y organizativos modernos y variados. Una escuela que utilice de forma inteligente y crítica los medios tecnológicos de esta época.

5. Con formas de evaluación formativas y participativas que abarquen a todos los implicados (estudiantes, docentes, centros, familias y administración), que impulsen la motivación interna para mejorar y que contemplen a las personas en todas sus dimensiones.

6. Con docentes formados e identificados con su profesión. Mediadores críticos del conocimiento. Dispuestos al trabajo cooperativo y en red. Estimulados para la innovación y la investigación.

7. Con una ratio razonable y con profesorado ayudante y en prácticas. Con momentos para diseñar, evaluar, formarse e investigar.

8. Con un ambiente acogedor, donde los tiempos, espacios y mobiliarios estimulen y respeten las necesidades y los ritmos de los menores.

9. Cogestionada con autonomía por toda la comunidad educativa. Que promueva la corresponsabilidad del alumnado. Comprometida con el medio local y global.

10. Auténticamente pública y laica. Con un marco legal mínimo basado en grandes finalidades y obtenido por un amplio consenso político y social.


No estamos planteando un espejismo. Hay docentes, estudiantes, padres y madres que están haciendo realidad esta escuela en muchos sitios, también entre nosotros. El que deje de ser testimonial requiere voluntad política, compromiso social y visión a largo plazo, como han demostrado otros países. Por eso, frente a la enseñanza tradicional que padecemos, afirmamos que:

Otra escuela es necesaria, ya existe y es posible.

SOBRE LA TRANSICIÓN

SOBRE LA TRANSICIÓN

Acabadas nuestras I Jornadas en Huesca, y mientras hacemos el resumen de lo acaecido, yo me quedo con este fragmento de Semprún que me ha proporcionado Juanjo Soro:

El hecho es que esta amnesia colectiva, en parte instintiva, espontánea, en parte deliberada, políticamente orquestada por los partidos que han conducido la "transición de terciopelo", es uno de los datos esenciales de este último decenio. No ha habido en España ni depuración, ni comisiones de encuesta, ni polémica política masiva en torno a la guerra civil de 1936-1939, que sigue siendo sin embargo el acontecimiento histórico más importante de este siglo. ... Este procedimiento de amnesia colectiva ha sido sin duda positivo en el periodo constituyente de la transición, cuando se trataba del establecimiento y de la consolidación del sistema democrático. Sin este contención colectiva -tan poco conforme, por otra parte, con los tópicos y estereotipos del alma española, de su pretendido gusto por la violencia y por la muerte- no son los valores ni los problemas del porvenir los que hubieran prevalecido en las estrategias políticas y morales, sino los mitos del pasado. Sin embargo, en el momento en que el derrumbe del sistema comunista coincide con una crisis nueva, cualitativamente diferente en muchos aspectos, de la democracia parlamentaria en la mayor parte de los países occidentales; en el momento en que la tendencia a la integración europea supranacional coincide con la explosión de tendencias nacionalistas cuyos efectos, difícilmente dominables, pueden ser negativos o positivos -negativos cuando conducen a la proliferación bárbara de estatalismos étnicos, de burocracias identitarias; positivos cuando son síntomas de la desaparición de un imperio totalitario-, en ese preciso momento, crucial para la historia contemporánea, la cuestión puede plantearse de forma diferente.

 

El consenso pacificador que ha prevalecido hasta la fecha, y cuyos resultados han sido en su conjunto positivos, ¿será suficiente para abordar el periodo de comienza, que es el periodo de la institucionalización real y dinámica de la democracia, ahora confirmada? ¿No es precisamente la democracia el sistema que se nutre y se desarrolla en función de sus conflictos internos, asumidos y gestionados en la transparencia social de una participación ciudadana? ¿No habrá llegado el momento de dominar colectivamente el "retorno de lo reprimido", de salir de nuestra amnesia voluntaria de los contenidos de la guerra civil, para abordarlos en fin -sin espíritu de retorno, de revancha o de rencor, naturalmente- con la voluntad de un avance social que no tenga en cuenta ni los mitos del pasado ni los silencios u olvidos del presente?

...

 

Jorge Semprún. Federico Sánchez se despide de ustedes. Tusquets editores. Barcelona, 1993. Págs, 110-111.

RONALD FRASER

RONALD FRASER

El día 16, con motivo de cumplirse los 25 años de la entrega del material oral con el que escribió su libro Recuérdalo tú, recuérdalo a otros al Archivo Municipal de Barcelona, con el que se construyó la sección de fuentes orales, una de las primeras, si no la primera, de España. Con el respeto de lo mucho que nos ha enseñado, un humilde homenaje.

LABORDETA

LABORDETA

El otro día lo ví retratado en su rincón y a mismo tiempo el Rolde nos ofrece suscribirnos a un librico biografía suyo. De repente me doy cuenta de los años que han pasado y de la importancia que tenido este colega profesor, cantante y político en mi vida, en nuestras vidas. Lo conocí en 1969 en Teruel, en casa de José Sanchis Sinisterra, por aquel entonces los dos pofesores del Instituto de Teruel, que cantaba Las hojas muertas, de Prévert. Yo debí cantar también y José Antonio me regaló, firmado, un ejemplar de su libro de poemas La Sonatas. Luego lo vi, ya en Zaragoza, en el programa que presentaba Iñigo, ¿El musical?, en el club de Radio Zaragoza (Pasaje Palafox), con Luciana Wolf. Desde entonces me convertí en "fans" y lo seguí allá por donde cantaba. En los momentos de depresión política (y de la otra) nos proporcionó munición para continuar en forma de canciones. Pero también su presencia. Ya sé que ha sido criticado muchas veces por eso pero a mí, lo que me importa es que su voz abrió el silencio (palabras para cantar... este silencio de hierro), pudimos pensar que un día, al levantar la vista, veríamos una tierra, y tuvimos conciencia de Aragón, al menos de un Aragón que ahora nos cuesta ver. Escribió sobre nosotros (los profes de Borja) con patatas a la marinera y habló para nuestros alumnos, nos hizo recordar a los viejos y la guerra civil. Sus nanas han restaurado nuestra siempre dolida alma. No sé, muchas cosas que me resultaría demasiado largo contar, pero que quienes le conozcan de verdad comprenderán.

LA PRIVATIZACION QUE AVANZA SILENCIOSAMENTE

Poco a poco va acercándose la privatización de la sanidad pública; antes fue el desmantelamiento de la enseñanza. Ahora la empezamos a vislumbrar en Madrid, pero solo es la pantalla de lo que puede pasar en todos los lados. El Psoe no hace más que seguir continuamente los modelos de la derecha y a veces  haciéndole la cama: y es que no ha habido nunca redaños para detener la sangría de dinero público hacia la privada concertada en nombre, ja, de la "libertad"; en nombre de esta "libertad" se ha vuelto la espalda a la historia de la clase trabajadora que tanto batalló para llegar a quedarse a las puertas de la fiesta. Hay que ser claros, o detenemos la escalada de incoherencias, pataletas y malos modos contra los aliados naturales de la socialdemocracia, o esto va directo al caos; aquí,en Aragón, el espejismo de la paz marceliniana solo es eso. En esa charca han nadado tranquilamente caciques locales, oprtunistas, arribistas y demás aprovechadores del esfuerzo ajeno. A todos ha prestado cobijo el PSOE local, arrojando muchas veces de mala manera a sus militantes y simpatizantes del propio gobierno; se prefiere  personajes de dudosa historia democrática, pero "útiles" para una determinada política. Esta es la paz y la tranquilidad que nos ofrece este presidente que quiere retirarse de la cosa pública "en su mejor momento". Los cuchillos no tardarán en restallar, ya se hacen quinielas. Al diablo el bien común, los intereses del pueblo, de los trabajadores. Todo por el poder. Qué tristeza. Este es el mejor caldo, el del desarme ideológico y moral, para endosarnos, siempre por nuestro bien, por supuesto, una privatización.

MEMORIA Y DIGNIDAD

MEMORIA Y DIGNIDAD

José Ramón Villanueva me regaló el otro día un libro sobre maestros. Sabedor de que yo sigo en lo mío con los maestros socialistas aragoneses, me trajo un libro sobre la represión y depuración del magisterio de Almería. Uno más. Vamos avanzando. Pero aún queda. Cuánto esfuerzo nos está costando saber qué les pasó a aquellos profesionales que tanto creyeron en su mayoría en la República. Sobre el libro de Antonio Sánchez Cañadas (que así se llama el autor, profesor de Teoría e Historia de la Educación en la Universidad de Almería), se dijo en la presentación: "El autor del libro ha considerado que recordar a los maestros y a las maestras que fueron sancionados tras la Guerra Civil, recuperar sus nombres y apellidos y reivindicar su valor cívico es una obligación de la democracia y un deber para los que se dedican a la historia de la educación". Eso creo yo. Por eso hay que saludar la aparición de ese nuevo trabajo (Memoria y dignidad. Depuración y represión del magisterio almeriense duante la dictadura del general Franco. Edit. Córduba, Sevilla, 2007)

ALFREDO, UN AÑO

ALFREDO, UN AÑO

Hace ya un año que se fue. He visto hoy la esquela que le recuerdan su compañera, Gloria, y su hijo. Llena de amor y de hueco. Ese hueco que tan dolorosamente nos enseña Paula y que, dice, es difícil de llenar. A mí lo que me gusta recordar (no me es difícil rememorar su sonrisa) sobre todo de él es su finura intelectual; lo que nos unió sobre todo, eran las breves discusiones sobre la política actual, las aportaciones de artículos leídos, la creencia de que la revolución era lenta, pero aún posible. Él me habló por primera vez de Ovejero. Leí lo que me indicó de él y comentamos la finura de las propuestas marxistas de este profesor. Hoy, no estoy muy seguro de que a Alfredo le gustara saber que Ovejero está con "Ciudadanos", pero no por eso dejaría de leerlo. En su memoria, en recuerdo de aquellas conversaciones, un artículo reciente de Ovejero Lucas.

Las viejas ideas de las nuevas izquierdas


Félix Ovejero Lucas
La Insignia*. España, febrero del 2008.

 Las fotos fijas ayudan a reconocer los cambios en el paisaje. Para situar "los cambios en la izquierda" hay muchas secuencias fotográficas a las que acudir. Una resulta especialmente iluminadora. Hace poco más de treinta años la izquierda europea más tibia incluía en sus programas diversas propuestas de propiedad pública o de redistribución de la renta. Apenas diez años más tarde, esa misma izquierda, en el gobierno, privatizó las empresas públicas y bajó los impuestos. En medio, no hubo mayores discusiones sobre la eficiencia y la equidad ni sobre el control político de las empresas públicas.

Hoy, en las tertulias radiofónicas, que, en lo que tienen de complicidades tabernarias, con sus condenas y aplausos desprendidos de cualquier argumentación, condensan bastante bien los tópicos morales y políticos que rigen las sociedades, cualquier propuesta de hacer el camino de vuelta hacia lo que se consideraba normal hace bien poco se juzga no ya "rancia" sino, directamente, un robo. Por supuesto, importan poco los datos o los análisis. Las descalificaciones no apelan a atendibles teorías sobre la eficiencia de los mercados en competencia perfecta. Las empresas públicas o los impuestos se condenan, sin más. Como se condena, en general, cualquier forma de intervención pública. Sin razones, como palabra última. A lo sumo, se acude a acartonadas consideraciones sobre la bondad de las empresas o los dineros en manos de la sociedad civil, como si unos pocos poderosos fueran más sociedad que todos los demás. A nadie le importa que, por lo general, en las privatizaciones, lo que era un monopolio público pase a ser un monopolio de unos cuantos, sin que el mercado asome por parte alguna, o que sociedades, como Suecia, con sistemas fiscales progresivos, en las que el gasto público alcanza al 60 % del PIB y las empresas públicas estén entre las más importantes, obtenga con notables niveles de bienestar y de calidad democrática. Y por supuesto tampoco se molesta nadie en recordar que sin un Estado fuerte no hay libertad ni que sin intervenciones planificadas, a estas horas, la gripe aviar se habría llevado por delante a millones de seres humanos.

El cuadro describe bien como han ido las cosas. Ese es el aire que respira la izquierda. Y en él, como otras veces, ha intentado rescribir sus flaquezas como conquistas. El procedimiento ha sido el habitual: una vacua discusión acerca de la "necesidad de renovar el ideario". Por lo común, esas gripes periódicas se saldan con tres o cuatro monográficos de revista y, si acaso, algún libro de algún académico reconvertido en periodista que, por primera vez, alcanza las librerías de los aeropuertos. La cosa se olvida al poco tiempo, sin mayores consecuencias. Hasta la próxima.

Pero esta vez, por circunstancias que merecen otra ocasión, las cosas han sido diferentes. Parece haberse creído en serio la cantinela de renovar "los principios". El innegable fracaso de muchos de sus proyectos lo ha tomado como el fracaso de los principios que los inspiraron y, como el otro Marx, ha decidido cambiar de principios. Para ello ha acudido a un conjunto de materiales que, bien mirados, no son más que versiones varias veces recicladas de pensamiento reaccionario. Reaccionario en sentido estricto, de los que reaccionaron frente a la Revolución francesa: del historicismo alemán y su Zeitgeist. Eso sí, como la decoración importa, ha cambiado la presentación y la gastada idea tiene nuevas rotulaciones: multiculturalismo, diferencia, diversidad, comunitarismo. En lo esencial, la operación ha consistido en sustituir las políticas redistributivas y bienestaristas, inspiradas en unos principios universales de justicia que actúan como pautas de modificación social, por una multiplicidad de derechos particulares, asociados a distintos segmentos sociales, a distintas "minorías" supuestamente interesadas en preservar su particular identidad de grupo.

El resultado ha sido inequívoco: la dignificación de tesis ajenas a su mejor herencia. Mencionaré solo tres. La primera: una equiparación a priori de las "diversas culturas", bien porque se las juzga igualmente valiosas, bien porque se las considera incomparables. Una equiparación que, bien pensada, impediría la denuncia de injusticias y opresiones, que requiere baremos para calibrar el mundo. La segunda: una disposición a otorgar prioridad a las comunidades sobre las instituciones públicas a la hora de abordar los problemas colectivos. Una elección que debilita las posibilidades de emancipación de los individuos -y en particular de las mujeres-- y la crítica de las diversas formas de despotismo, de dominación arbitraria que se dan dentro de los grupos culturales. La tercera: la ignorancia de la raíz material de muchas desigualdades, y, por ende, de que, una modificación de las condiciones económicas es el paso obligado para acabar con muchas fuentes de discriminación. Vamos, que la vida de los árabes de Marbella tiene poco que ver con la de los árabes de los suburbios de París.

La consecuencia condensada de la "renovación" ha sido la quiebra de lo que hasta ayer mismo constituía el nervio programático de la izquierda: el vínculo entre emancipación, entre libertad, y justicia social. La izquierda arrancó con un diagnóstico: las desigualdades de acceso a la riqueza -o lo que se entendía como lo mismo: a la propiedad-estaban en el origen de desigualdades de poder incompatibles con el ideal de autogobierno, de democracia y de libertad. Y aquí las palabras tienen un exacto sentido. Democracia quiere decir igual posibilidad de influencia política, de poder, la que, por ejemplo, cristaliza en el lema "un hombre, un voto". Y libertad, no sometimiento a ninguna forma de poder arbitrario, empezando por la voluntad de los otros. En una y otra cosa, los desposeídos puntuaban bajo. El que no tiene nada no puede decir que no y quien no puede decir que no no es libre. Antes de conquistar los derechos sociales, los trabajadores no podían decir que no a condiciones laborales que convertían a las empresas en territorios de despotismo, de autoridad sin razones. En las decisiones políticas, en las decisiones sobre la vida de todos, la única voz que contaba era la de quienes podían amenazar con su disgusto y como únicamente su disgusto contaba, estaban en condiciones de convertir sus problemas en los problemas de la sociedad.

La izquierda entendió siempre que la democracia podía cambiar esas circunstancias. En la Revolución Francesa, los situados a la izquierda en la Asamblea Constituyente defendían la abolición del veto real, la legislatura unicameral, una judicatura elegida, la supremacía del poder legislativo y el sufragio democrático. Y la tributación progresiva. La justicia social se anudaba a la libertad y a ampliación de la democracia. Quien depende materialmente no está en condiciones de elegir con plena autonomía sobre su propia vida, de decir que no y de ejercer plenamente sus derechos. Con esa convicción reclamaron y consiguieron el sufragio universal, la ampliación de las libertades civiles y los derechos sociales. Esa alianza entre libertad e igualdad es la que se ha quebrado.

Y no porque haya perdido vigencia. Las desigualdades han alcanzado magnitudes que hasta asimilarlo cognitivamente resulta difícil. Ayudará una imagen que tomo de David Schweickart. Compara la riqueza con la altura, equiparando los ingresos medios con una estatura media de 1, 80 m., y pone a caminar a los estadounidenses, uno tras otro, durante una hora. Unas cuantas pinceladas del desfile aclaran bastante las cosas. Hasta que no pasan cinco minutos nadie alcanza los 30 cm. A la media hora, los que desfilan tienen una altura de metro y medio. A los cuarenta y ocho minutos, la altura es de 2,50 m. A los cincuenta y cuatro, y durante tres minutos, desfilan tipos de 3, 70 metros. Gigantes que son enanos comparados con otros de 9,90 m, que en apenas treinta y seis segundos han desaparecido. Pero todos, al fin, son liliputienses comparados con los que aparecen en los últimos segundos, unos cuantos que superan los 300 m., otros pocos, que miden cuatro veces la torre Sears, algunos menos con más de 6.000 m y, discretamente, si cabe la discreción, rematando el desfile, Will Gates con unos 13 kilómetros de alturas. Intenten hacerse una idea de lo que supone levantar la cabeza y ver a su lado, desde su modesto 1,80, un individuo dieciséis veces más alto que el monte Everest. No alcanzan a verlo. Y ahora, el esfuerzo último: esos datos se limitan a Estados Unidos.

El problema, con serlo, no es sólo de justicia distributiva. Es también el de un poder no sometido a control democrático alguno. Andamos bien lejos del mito de la sociedad abierta, del mundo idealizado de leyes que enmarcan mercados descentralizados, en competencia, en donde nadie está en condiciones de imponer su voluntad. La realidad es bien otra. Es la de unos procesos económicos, imprecisamente designados como globalización, en donde poderes con capacidad de decisión muy superior a la de muchos estados, no se ven sometidos a controles jurídicos reales, en donde, llanamente, no hay lugar para las decisiones políticas. El camino de vuelta de la ilustración, del gobierno de las leyes, en lugar de los hombres. El camino que la izquierda quiso recorrer hasta el final, cuando aspiró que la política, el control democrático, hiciera imposible que la desigual fortuna económica se convirtiera en desigual influencia política, en poder de unos sobre otros.

Pero, se dirá, la historia de la izquierda es no solo la de las conquistas democráticas y sociales, es también, la barbarie del socialismo real. Y es verdad. El reconocimiento de esa circunstancia nos devuelve a la -interesada, pero esa es otra historia-confusión que estaba en el origen de la "renovación": la confusión entre los principios y las instituciones en las que cuajan. Sencillamente, el fracaso en las formas de institucionalización -y acaso haya que incluir aquí no pocas nacionalizaciones-- no equivale al fracaso de los idearios. La brutalidad del socialismo real no debilita la aspiración al igual acceso a la libertad, que es, puestos a decirlo con todas las letras, lo que hay detrás de la palabra igualdad. La caducidad no es de los valores, sino de las propuestas institucionales en las que se tradujeron.

Para quienes puedan pensar que no es más que un deshonesto modo de consolarse, quizá no esté de mas algún recordatorio histórico. El siglo XIX es el siglo del liberalismo, sobre todo su primera mitad. Bien. Ahora algunos datos: a mediados del siglo XVIII Gran Bretaña era el país que poseía mayor número de esclavos, cerca de 900.000. En pleno siglo XIX había en América del Norte más de seis millones de esclavos, casi veinte veces más que ciento cincuenta años antes. Salvo cuatro de ellos, todos los presidentes de Estados Unidos, hasta 1848 fueron propietarios de esclavos. En breve: no es que el liberalismo tardará en abolir la esclavitud, es que el número de esclavos aumentó con el liberalismo. Hasta hay razones para pensar que, doctrinalmente, el liberalismo resulta compatible con la esclavitud. Se podría citar no pocos clásicos. Por supuesto, el liberalismo ha evolucionado. El más fecundo académicamente de los últimos años, el liberalismo igualitario, una de las fuentes intelectuales que cualquier izquierda informada tiene que atender, ha revisado muchos de sus clásicos puntos de vista.

La moraleja es sencilla. Para el socialismo la escribió una de las mejores cabezas del panorama filosófico contemporáneo, el filósofo de Oxford, Gerald Cohen: "Creíamos que algo era bueno, tratamos de lograrlo y produjimos un desastre. ¿Deberíamos concluir, por ello, que lo que creíamos que era bueno, la igualdad y la comunidad, en realidad no era bueno? Tal conclusión, aunque es una a la cual se llega frecuentemente, es una locura. Las uvas pueden estar realmente verdes, pero el hecho de que la zorra no las alcance no nos demuestra que lo estén".


(*) Publicado originalmente en Letras Libres. Reproducido en La Insignia por cortesía del autor.

"EL MITO DE LA TRANSICION"

"EL MITO DE LA TRANSICION"

Interesante la entrevista que hace Ferrán Casas al historiador Ferran Gallego, autor del libro El mito de la transición en el diario Público de hoy, 18 de septiembre de 2008

Profesor de Historia Contemporánea de la UAB, veterano comunista y ex-colaborador de FAES, escruta el período entre 1973 y 1977

FERRAN CASAS - BARCELONA - 17/09/2008 20:57

Ferran Gallego ha hecho un trabajo (editado por Crítica y que se presentó ayer en Madrid) prolijo en citas, datos y hemeroteca. El lector encontrará perlas como cuando el rey dijo que, visto Arias Navarro, echaba en falta a Carrero Blanco. El mito de la Transición cae con Gallego, que incide en la “ejemplaridad negativa” de que altos cargos del régimen siguieran en el poder sin recibir reproche alguno.

¿El mito impide acercarse científicamente a la Transición?

Sí, va contra la complejidad del proceso. Se resalta el consenso pero entre la muerte de Carrero y las elecciones del 77 más que consenso hay movilización, combate social y partidos ilegales. Pero eso no es lo que nos transmiten sino acuerdo, renuncia a lo individual... Lo que hubo fue un choque de trenes entre las familias del franquismo y las de la oposición.

¿La Transición acabará siendo más célebre como proceso histórico o como muestra de autocomplacencia?

No tienen por qué ser dos cosas alternativas. En la medida en que el proceso se deforma es autocomplaciente. Los franquistas no se van y eso se simplifica a partir de premisas falsas. Siempre hay visiones positivas y almibaradas. Sólo hacen un juicio negativo los laminados por la Transición, como lo que queda del PCE. Entonces, no lo hicieron y fueron más partidarios que el PSOE de las renuncias y los consensos.

El principal fruto político de la Transición es la Constitución. ¿Debe sorprender la forma en que algunos satanizan su reforma?

En tu afirmación hay un elemento ideológico juzgándola de principal fruto. Para mí, el principal fruto es que se consigue que la élite política del franquismo controle el proceso de reforma y que, pese a llevarlo más lejos de lo que quería, siga controlando el aparato del Estado. El bloque social que apoyó el franquismo es intocable. Ningún sector económico se ve afectado y la Iglesia mantiene privilegios. La Constitución nace acompañada de unas instituciones controladas por la élite del régimen anterior. Su postergación llega gracias a las presiones sucesivas. La Constitución no parte de cero, no viene de la ruptura sino del reformismo franquista de la UCD. La satanización viene de la pretensión de reformar el modelo de Estado. El PP entiende que rompería el sacralizado y mitificado pacto constitucional. El tema del nacionalismo es el que se resolvió peor.

¿El encaje de las naciones del Estado queda pendiente?

Sí, pero también la forma de Estado entre monarquía o república. Sólo el PSOE mantuvo la tensión republicana pero el conjunto de la izquierda aceptó presentar la República como algo viejo y la monarquía como lo moderno. La monarquía tiene su legitimidad y origen no en la Constitución sino en el franquismo. El tema se ha excluido del debate político. Lo único que le preocupa al PSOE es si Leonor podrá o no ser reina. Es un ejemplo de tema pendiente pero también está el poder de la Iglesia, la escuela privada o la memoria histórica. En ningún momento se discutió la estructura del poder económico. Lo del nacionalismo fue, además, el origen de la crisis de la UCD. Nadie quedó satisfecho y de ahí el problema.

La receta histórica de la izquierda era la autodeterminación…

Sí, se hablaba del Estado multinacional. Conceder ese derecho no sé si habría sido la solución… Hablar así son términos de laboratorio. Habría sido necesario dar más derechos a territorios con identidad nacional como ya se hizo durante la República. Pero eso no se pudo conseguir debido a la correlación de fuerzas. CiU, por ejemplo, tenía más interés en impedir la hegemonía de la izquierda en Catalunya que la autodeterminación.

¿Podemos dar por acabada la Transición viendo la viveza del debate de la memoria histórica?

Es que en los setenta fue imposible. Ahora es otra cosa. Uno de los temas fundamentales de la Transición, que la historiografía oficial desdeña, fue legitimar el régimen franquista con un reconocimiento implícito. Fue el régimen el que preparó las primeras elecciones. No se estableció una continuidad con la democracia previa y llevaron la voz cantante el rey, Suárez o Martín Villa.

¿No fue entonces candidez de la izquierda sino de la correlación de fuerzas?

En la izquierda hubo errores de apreciación, como cuando el PCE reducía el franquismo a poco más que Franco y su familia. La sorpresa es cuando el franquismo tiene 10 millones de votos en el 77 a través de AP y UCD. Hay otro error de la izquierda. Cuando Suárez toma la iniciativa en el 76 con la amnistía y la reforma, la izquierda se parte e intenta consolidar su espacio.

¿El voto a UCD era franquista?

Bueno, es una pregunta provocadora. Es un voto que viene del franquismo. La UCD se apoyó en una gran cantidad de españoles que querían sólo la reforma. Suárez controlaba el aparato del Movimiento, sólo hay que ver las listas del partido en el 77. La suerte de UCD es que a su derecha tiene AP, que sólo contempla el aperturismo. El PSOE afirmó con razón que el peligro franquista estaba en UCD, que ganó con los gobernadores civiles.

¿Sorprende que la izquierda enarbole con tanta o más pasión que la derecha las banderas de Suárez o la monarquía?

No en la medida en que el compromiso con el pacto de la Transición lo incluye. El partido que ha gobernado más, el PSOE, difícilmente puede renegar. En el momento clave del proceso se hizo un pacto de élites.

¿Hay que anotar algo en el haber de la izquierda?

La crisis del franquismo y los inicios de la Transición. Nunca hubo determinación de los franquistas (aperturistas o no) para dar paso a la democracia. Suárez dijo que teníamos un estado de derecho y que para qué queríamos otro. La izquierda quiso la ruptura pero forzó la reforma. Entre 1973 y 1976 los del régimen que después harían la Transición no querían una nueva Constitución.

Las renuncias se vinculan con el "ruido de sables"...

Carrillo propuso al PCE aceptar al rey y la bandera apelando a la involución militar. Existe como coartada pero lo único cierto es que cuando se intentó, la involución fracasó porque ni los sectores del franquismo la querían. A partir del 81 se toman medidas como la LOAPA para evitar ir demasiado lejos. Había miedo de que más sectores que en el 23-F se sumaran al  golpismo.

¿El mito de la Transición se usa con carácter involutivo?

Sí, por ejemplo cuando se lamenta que se rompa el espíritu de la Transición con medidas como la ley del aborto. En política el consenso no es lo normal. Lo es el conflicto entre opciones y de ahí la democracia. No hay un pacto que nos ate a la Constitución, que fue producto del momento.

 

 

CAPITALISMO

CAPITALISMO

En el fondo, en medio del follón de estos días, uno siente una inmensa satisfacción por el hundimiento ante la faz del mundo del capitalismo como sistema económico. ¿Conque se autoregula? Laissez.faire... y ya vemos dónde nos está llevando. Una de las ventajas de la globalización es que la escena se puede contemplar desde todos los palcos. ¿Qué nos dirán ahora esos talentazos "liberales" para volvernos a convencer de que el capitalismo es la solución?¿Cómo nos volverán a engañar? Mientras volvemos al redil, estos días vale la pena leer incluso la prensa más liberal. Miguel Angel Aguilar, siempre tan lúcido decía en el comentario del mediodía de hoy (telegrama a Carlos Marx) que si bien las respuestas de Marx al capital no siempre han sido precisas, las preguntas siguen siendo válidas. Qué bien me siento hoy de no haber corrido presuroso, como tantos otros, a abjurar del marxismo.

Nota bene. Vale la pena leer el blog de APUDEPA sobre el caso insólito del contrato por el gobierno aragonés de dos señoras para realizar informes "orales" (una de ellas, alcaldesa de Sariñena y la otra, Encarna Mihi, presidente de la Asociación de Vecinos de La Almozara y conspicua diputada y portavoz del PSOE en la pasada legislatura. Así, como suena. Cómo está el patio.