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Montborg. Bitácora, weblog o blog de Herminio Lafoz Rabaza

Me gusta este poema de Rosendo Tello. Y sobre todo me gusta oírselo recitar:

 

Nadie vendrá a decirme: "¿cómo estás,

que haces ahí, tumbado junto a un muro

de hiedra, resguardado con sombrilla

de seda y plata oscura?¿Por qué cantas

tenaz como cigarra, por qué escarbas,

echado sobre la tierra, las semillas?"

 

Alguien, quizás, recordará un momento

de mi vida y se diga: "¿Vive aún

aquel señor que vimos una tarde

atravesar la calle solitaria

y adentrarse hacia el fondo de un café?

Sí, el que escribía versos. ¿Pues no había...?"

Si, muerto, muerto, dílo, ¿no era eso?

 

Cómo el silencio pesa, cómo duele

la luz y qué cansancio cada día

por mantenerme en pie y perder alcance

a un presente que huye, componiendo

las piezas que quedaron sin casar

en el rompecabezas de la vida.

 

Y qué furores, que desprendimiento

de pieles y retinas, qué espesura

de gritos y tambores a mi espalda.

debo de andar tan lejos de mí mismo

que hasta mi sombra me resulta extraña,

tan cerca de mi sombra que no acierto

a dar la hora en punto, extraviado

por un desierto oscuro, extravagante

por una eternidad de aparecido,

en la desoladora transparencia

de un alma que aún porfía en no sé qué.

 

Y qué trajín de puertas y ventanas

abiertas a la noche estridulante,

en una amanecida con fronteras

cerradas frente a un alba sin salida.

En esta insoportable soledad

de qué sé yo por qué no viene nadie

a decirme: "Hola, amigo mío, ¿estás,

estás ahí?¿Aún vives?".

(Augurios y leyendas de un tiempo que se va, 2000). La foto es de Julio Álvarez

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C. -

Hola, amigo mío ¿estás ahí? ¿Aún vives?